miércoles, agosto 28, 2024

Naturalmente ganó

 








Las palabras tienen la peculiaridad de migrar de su sentido estricto a otros sentidos. Eso pasa con el verbo “agarrar”, que usamos los humanos aunque no tengamos garras. Este desplazamiento se da en el adverbio “naturalmente”, ya que hoy lo usamos para modificar incluso aquello que no es natural. Un ejemplo extremo sería “Naturalmente los aviones bajan su velocidad poco antes de aterrizar”, donde los aviones no ejecutan nada de manera natural, sino artificial, pero entendemos el adverbio como sinónimo de “obviamente”.

Pues bien, voy a escribir sobre alguien que en su deporte ganó naturalmente, pero a quien antes de que eso ocurriera se le echó encima una jauría mundial —la jauría de las redes sociales y su miserabilidad— de burlones que la hicieron pedazos en función de su apariencia. Me refiero, claro, a Imane Khelif, la boxeadora argelina que en las Olimpiadas de París se tuvo que tragar el bullying planetario sin haber hecho nada fuera del reglamento.

En su momento supe, como cualquiera, que era mujer y que no había ingerido ninguna sustancia artificial que le diera ventaja sobre sus contrincantes. Dado esto, ¿por qué los cuestionamientos tras su primer triunfo? Sólo por el prejuicio de la apariencia, pues cualquier deportista que gana, suponemos, lo hace por su preparación física, pero también, y sustancialmente, por sus aptitudes natas. Así es el deporte: se impone el que está mejor preparado, sí, pero también el que naturalmente es más rápido, más fuerte y más hábil.

En otras palabras, cuestionar a la boxeadora permitiría pedir que descalifiquen a Bolt de los 100 metros planos porque sus largas y poderosas piernas le dan ventaja para ser más rápido, o a Jordan porque su desmedida habilidad lo hace más preciso para anotar canastas en el básquet, o, en otro terreno, a Einstein hay que botarlo de las universidades porque su inteligencia es una ventaja y nadie lo derrota en la Física.

La capacidad natural de un deportista es la onza que habrá de permitirle, junto con el entrenamiento, ganar a sus rivales. Khelif es mujer y no tomó nada prohibido. Si de manera natural tiene más testosterona y golpea más duro es exactamente por esto por lo que compite. Su ventaja natural no infringió ninguna regla.