sábado, mayo 04, 2024

TV de las sí-cosas

 








Byung-Chul Han, pensador coreano-teutón de moda, tiene un libro titulado No-cosas. Quiebras del mundo de hoy (Taurus, Madrid, 2021, 144 pp.). Su propósito es describir uno de los cambios más notorios de la era digital, era que, como sabemos, ha traído aparejadas innumerables modificaciones a la vida cotidiana no de un sector de la población o de un lugar específico, sino de toda la aldea global (uso la expresión “aldea global” y de inmediato me siento anticuado).

El eje de la reflexión byungchulhaneana está subsumido en el título: en la época digital ya no importan tanto las cosas, sino las “no-cosas”, la información, los datos que cada quien acumula —por ejemplo, en su teléfono— y no los objetos que tradicionalmente fueron el anclaje de la memoria. Si antes el recuerdo se vinculaba estrechamente a un libro de papel, a un cuadro, a un florero, a una colección de elefantitos o de tarjetas postales, hoy se aprecia más la “no-cosa” resguardada en la memoria digital. El mejor ejemplo de este “cambio de paradigma” (como dicen los que saben mucho) es el tótem de la actualidad: el teléfono móvil, aparato que esencialmente valoramos por la información que resguarda, no por el objeto en sí, de modo que al obsolecer o cambiarlo por capricho no se produce un shock ante el adiós al objeto, siempre y cuando no se pierda lo fundamental: la información que contiene.

Bueno, más o menos por ese rumbo anda la explicación de Chul Han. Recordé su libro porque en estos días vi dos programas del canal History, ambos afincados todavía en el contexto de las cosas, no de las no-cosas. Sé que uno de ellos, El precio de la historia, es muy famoso, e igual sus simpaticones protagonistas. No necesito describir el contenido, sólo señalar que allí “la historia” es el pasado que supone un objeto, más si es, perteneció o lleva la firma de algún personaje popular en la fetichista cultura gringa. En otras palabras, objetos como un cómic de Supermán, un sombrero usada por Michael Jackson o la firma de Babe Ruth en una servilleta son “la historia”, cosas con valor simbólico que se convierte en valor económico. El programa rinde pues tributo a los objetos siempre y cuando hayan sido sacralizados por alguna circunstancia pretérita.

El otro programa es menos famoso, creo. Su título es ¿Quién da más?, y es burdo en su contenido, también vinculado al valor de los objetos. En él, ciertos personajes compran una especie de pequeño almacén con objetos. Lo hacen a ciegas, sin saber qué contiene. El juego consiste en animarse a pagar una cantidad en la idea de que el depósito puede contener cosas que, vendidas, superen el costo de la inversión inicial. Pueden encontrar allí baratijas, quincalla, pero también mugres valiosas. Es un programa frívolo, buen ejemplo de dos conductas muy norteamericanas: la del desperdicio y la de la reventa.

Estamos pues en tránsito entre la valoración de las cosas y las no-cosas. Parece que Byung-Chul Han tiene razón, que el mundo de los datos (de las no-cosas) triunfará, pero me atrevo a señalar que las cosas se van a defender todavía un buen rato con uñas, dientes y programas de televisión.