miércoles, marzo 13, 2024

Comida que llegó después

 






Mis hijas no me creen cuando les digo que en mi infancia no había pizzas. No, no había. Llegaron a La Laguna, si la memoria no me defrauda, allá por los ochenta, y ya para los noventa habían alcanzado la popularidad de la que gozan hasta hoy, cuando ya son un bocado omnipresente y de alto punch.

En mi infancia lo que había como comida de la calle o de los restaurantes era lo estrictamente mexicano y diría, si me apuran, lo estrictamente lagunero. Hablo de los sesenta y setenta. Había tacos dorados, esos tacos que, lo dije alguna vez, eran y siguen siendo el taco primigenio —el prototaco— de nuestra tierra. Todavía hoy los preparan como antes, eso no ha cambiado mucho: tortillas hechas tubito con un poco de papas, frijoles, rajas o carne dentro. Eran un platillo preparado en la calle, en un receptáculo aceitoso en el que nadaban los taquitos hasta que se doraban. Luego eran servidos en un plato de peltre y arriba los tupían con las verduras inamovibles: repollo, tomate, cebolla y alguna salsa al gusto. Han pasado los años y todavía podemos ver, sobre todo en los barrios, que de alguna casa sacan los aditamentos para cocinar y así se ayuda una familia, si no es que vive de eso.

Otro lujo popular del pasado aun sobreviviente eran los platillos caldosos: menudo, pozole, caldo (de pollo y res) y birria. El primero era, es, habitual los domingos, y los otros han sobrevivido como producto de todos los días, y son vespertinos/nocturnos.

Las gorditas y los burritos se sumaron con fuerza en aquella época. No eran tan populares y ubicuos como hoy, y creo llegaron para no abandonarnos más, por suerte. Una de las rarezas de estas dos maravillas de la gastronomía local es que, siendo esencialmente lo mismo, unas, las gorditas, son de consumo mañanero, y los otros, nocturno, a veces muy muy nocturno, tanto que se venden/consumen con fervor en las madrugadas.

Renglón aparte merecen los lonches, otro de los emblemas de la gastronomía popular en las inmediaciones del Nazas.

Aunque hoy parezca increíble, las hamburguesas también aparecieron tímidamente en los setenta. Recuerdo que Pilón, el personaje de Popeye, las consumía en exceso y de niños sólo las imaginábamos, ya que no las teníamos a la mano.

Así, luego, llegaron los hotdogs, las pizzas, las crepas, el sushi y la comida “china”: no siempre estuvieron aquí. Ahora tengo edad para saber que hubo un tiempo en el que no se nos antojaba nada de eso simplemente porque aquí no existía.