Aunque la ciudad, me refiero a Torreón, ha crecido de
manera escalofriante, creo no perderme todavía en sus rincones. Cierto que sus
recovecos son ya tantos que sólo pueden conocerlos con detalle los taxistas,
los repartidores de mensajería y de comida a domicilio, pero en líneas muy
generales mi orientación en la gran mancha urbana es aceptable. Uno de los
rumbos relativamente nuevos que por razones de trabajo transito más o menos
seguido es la carretera denominada “a Santa Fe”, un tramo que empieza, calculo,
en el periférico (justo al lado de Gayosso) y termina en la carretera
Torreón-Matamoros a la altura del ejido San Miguel. Es un trayecto considerable
que rodea un montón de colonias del centro-oriente de Torreón.
Lo paso porque allí corto para ir a Matamoros, y en los
años recientes he visto su gradual aumento de tráfico. Sé que llegará el
momento en el que será insuficiente y tendrán que añadirle semáforos, rotondas
y pasos elevados, pues el crecimiento de la ciudad va provocando proyectos de obra
civil como el que vemos hoy frente a Galerías. No es, sin embargo, la carretera
a Santa Fe el tema de este apunte, sino lo que se pude ver al lado de ella.
Como es característica general del crecimiento hacia el
oriente de Torreón, son más pudientes las nuevas colonias del norte (Las
Villas, por ejemplo) que las del sur (Sol de Oriente, por ejemplo), y esto se
nota también en el aspecto de sus accesos. En el caso de la carretera a Santa
Fe, hay un pedazo enorme del trayecto caracterizado por fungir como depósito de
todo tipo de basura, desde escombro hasta muebles viejos, desde residuos de poda
hasta neumáticos. El espectáculo allí es lamentable, más que deprimente si uno
tiene ojos para ver.
Es difícil, cierto, alcanzar a una comunidad poco instruida para cuidar el espacio público, es decir, no hay Estado que pueda contra una población que no coopera y tira todo en la calle, pero no es menos cierto que la autoridad debe proponer planes de choque para mitigar el caos, como el que ayer vi de parte de la admirable Marea Roja: sin exagerar, sus héroes anónimos recogían toneladas de basura en la carretera a Santa Fe. Es hora de ayudarlos. ¿Cómo? Al menos no tirando escoria por doquier.