miércoles, enero 31, 2024

Libros de Calasso











He quedado satisfecho y justificado tras leer Cómo ordenar una biblioteca (Anagrama, 2021), del editor y escritor Roberto Calasso (Florencia, 1941-Milán, 2021). Cierto que nacer donde él nació le da ventaja a cualquiera que apetezca hablar sobre libros, pero no es menos cierto que, si uno lo desea, incluso en una ciudad como la nuestra es posible nutrir una biblioteca digna de este nombre. Esto significa que quien acumula libros en algún momento de su empeño se topará con reflexiones similares a las de Calasso.

Por su aspecto de manual, Cómo ordenar una biblioteca es un título engañoso. No se trata entonces de un método para dar cuadratura decente al acomodo de los libros, sino de un ensayo relajado en el que su autor desarrolla una serie de ideas sueltas, todas enunciadas como en una sobremesa. En medio de la exposición aparecen temas y subtemas observados con inteligencia, serenidad y no escasa erudición, tanta que en algún momento me hizo recordar, así sea de lejos, al apabullante Umberto Eco de La memoria vegetal.

Tiene este libro de Calasso un montón de afirmaciones ideales para la cita textual, útiles para no estorbarlas con una reseña al uso. “Un lector que no sea capaz de fantasear frente a un catálogo es un lector improbable”, con lo que desea refutar la idea de los pocos libros. “Es esencial comprar libros que no vayan a ser leídos enseguida. Al cabo de uno o dos años, acaso de cinco, diez, veinte, treinta, cuarenta años, llegará el momento en el que se sentirá la necesidad de leer precisamente ese libro”, lo que refuerza la idea planteada en la primera cita y echa por tierra la azorada pregunta del visitante en casa: “¿Y ya los leíste todos?”.

Más adelante, brinca a otros subtemas. “No agregar a un libro huellas de la lectura es una prueba de indiferencia —o de mudo estupor—”, con lo que nos invita a leer con lápiz (así lo hago siempre, por eso marco lo que cito en este caso, y uso lápiz, no bolígrafo, que es lo que recomienda Calasso). También recomienda no salir de las librerías (de viejo, sobre todo) sin la sorpresa de lo que no esperábamos comprar. Y esto: “el orden de la biblioteca no encontrará nunca —no debería encontrar nunca— una solución. Simplemente porque una biblioteca es un organismo en permanente movimiento. Es terreno volcánico, en el que siempre está pasando algo, aunque no sea perceptible desde el exterior”.

En fin. Salí de este libro muy tranquilizado. Lo recomiendo.