miércoles, noviembre 01, 2023

Palabras que no tenemos


 











Los idiomas tienen límites, no lo designan todo. Sin que yo entienda muy bien por qué, el poema “Everness” (“Sólo una cosa no hay. Es el olvido. / Dios, que salva el metal, salva la escoria / y cifra en su profética memoria / las lunas que serán y las que han sido...”), de Borges, tiene un título intraducible al español, o más bien que no tiene palabra equivalente en nuestro idioma. Sé que algo parecido ocurre con el pensamiento de Heidegger, quien para filosofar acuñó palabras en alemán que en las traducciones tuvieron que ser inventadas en español. Pero no me meto en esos berenjenales de especialista, sólo consigno el hecho así, por encimita.

Reparé en esta situación al escuchar recientemente un programa de radio. La locutora pronunció esta frase: “Una mañana muy lunes”. Aunque rara, es entendible, funciona si comprendemos que el sustantivo “lunes” opera allí como adjetivo: en lugar de decir “una mañana muy agitada”, “una mañana muy bonita” o “una mañana muy [lo que sea]”, la frase sorprende porque “lunes” no es adjetivo, no califica nunca nada.

Esto me llevó a pensar en palabras que no hay en español, y lo primero que tuve a la mano fueron los adjetivos derivados de los días de la semana: “sábado” y “domingo” sí han generado un adjetivo: “sabatino” y “dominical”; los demás días no lo tienen y veo difícil que se puedan formar por analogía: “martesino” o “jueval” o "juevesal" suenan horrible.

Salvo dos, “septembrino” y “decembrino”, no tenemos adjetivos derivados de los meses, e igual sonaría espantoso decir “enerino” y “agostino”, o “febreral” y “octubral”. No se dejan sin tropezar en cacofonías. Las que sí se dejan mutar hacia adjetivos son las temporadas del año: primaveral, veraniego, otoñal, invernal.

Algunos lapsos más genéricos producen adjetivo, otros no. Día-diario, semana-semanal, quincena-quincenal, mes-mensual, semestre-semestral, año-anual, dos años-bienal, siglo-secular, milenio-milenario. No hay adjetivo para algunos otros periodos, como el que mide el sustantivo “década”.

Y ya por último: sé que no hay adjetivo para el lapso de una hora, pero Jaime Sabines lo forzó en el título de su primer libro (1950) y no suena feo: “Horal”.