miércoles, noviembre 29, 2023

Dos de Nueva Imagen












Caminaba en el centro histórico de Querétaro con mis colegas escritores Ricardo Vigueras, Elpidia Carrillo y José Juan Aboytia y vimos una librería de viejo llamada El Tragaluz. Pequeña, apretada de libros, apenas daba margen para caminar y ver entrepaños. Muchos de los ejemplares eran contenidos en bolsitas de plástico para protegerlos, supongo, de la humedad y el polvo. Vi la edición de La tregua, de Benedetti, publicada en México por la editorial Nueva Imagen. Pensé en llevármela, pero no lo hice porque ya tengo esa novela en dos versiones, una de ellas casi la primera edición. Elpidia la tomó, y poco después escribió en su Facebook: “En el hotel, al abrir la bolsa donde estaba bien conservada, descubrimos la firma del poeta”.

Tres semanas después, en Durango, caí en la librería de viejo Alfarabía (sic). Luego de una de mis visitas a ese espacio, escribí esto: en la ida de la tarde al Museo Regional Ángel Rodríguez Solórzano, sede del Encuentro de Escritores José Revueltas 2023, en Durango, volví a incursionar en la librería de viejo que me queda de pasada, y ahora pesqué otro libro de hechura no reciente. Es la segunda impresión (1984) de la primera edición mexicana (1983) de Final del juego, tal vez el libro de Cortázar que más me gusta. Este libro ya lo tengo, lo compré nuevo hace cuarenta años, y lo usé mucho en mis clases de cuento. Desgraciadamente una vez lo presté (recuerdo a quién, pero no importa) y cuando me lo regresaron tenía una de las peores lastimaduras que puede sufrir un libro: lo habían mojado, como que le tiraron encima un vaso de agua. Así, con las hojas onduladas, la marca como de cicatriz en muchas de sus páginas y a sabiendas de que odio los libros mojados aunque estén ya secos, lo recibí y lo conservé hasta la fecha, casi como un fetiche de mi primer deslumbramiento ante Cortázar. Hoy lo reencontré intacto, sólo con el papel un poco más amarillento. Otra vez lucía ante mí, impecable, la hermosa portada con un cuadro de Remedios Varo y todos sus cuentos sin mácula de accidentales líquidos. La edición es perfecta, de Nueva Imagen, editorial que creo fundó Saltiel Alatriste antes de pasar a Alfaguara y luego caer en desgracia. Hay otros dos detalles que deseo resaltar: que la primera edición de Final del juego es de Sudamericana y fue publicada en el año de mi nacimiento, 1964, que también tengo. Y el otro detalle es que allí aparecen cuentos ya legendarios como “Continuidad de los parques”, “Axolotl”, “La noche boca arriba” y por supuesto “Final del juego”. Me costó cien pesos, como claramente se ve en el pegotito con el precio que innecesariamente le infligieron a la portada.

Puedo suponer que fue una especie de premio de consolación.