sábado, agosto 12, 2023

Cocina nuestra

 






Nada hay más cultural que la cocina. Lo que comemos en la infancia, la sazón descubierta en el espacio familiar, arraiga tan profundamente en nosotros que luego es imposible olvidarla. A esto hay que sumar lo que encontramos en las calles próximas, en los espacios comerciales que amplían o complementan la cocina de mamá. La prueba de su penetración en nuestro ser puede encontrarse en casos de lejanía: cuando una persona se aleja geográficamente de su entorno formativo, ya sea por viaje o exilio de cualquier tipo, carga en su memoria palatal el recuerdo de aquellos sabores, aromas, colores y texturas que acompañaron su pasado. Por eso un italiano fuera de Italia extraña sus prodigiosas pastas, por eso un argentino fuera de Argentina anhela su proverbial asado, por eso un mexicano fuera de México apetece sus infinitos tacos.

Cocineras tradicionales, de Christian Pérez Martínez y Jesús Salas Cortés, es un PDF recientemente incorporado al lote de libros de descarga gratuita en la página web de la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Coahuila. Se trata de un documento interesante para los laguneros, pues allí aparecen algunos de los platillos caros a nuestros fervores gastronómicos.

En su escueto prólogo, los autores señalan que “Las recetas presentadas en este pequeño, pero muy significativo, compendio forman parte de la cocina tradicional coahuilense; específicamente de los municipios de Saltillo y Arteaga. Estamos convencidos de que la cocina tradicional es viva y dinámica por lo cual dichos platillos forman parte significativa de la gastronomía del noreste de México”. Es interesante comprobar pues que hay cierta unidad en la cocina del sur de Coahuila, el sur que abarca de Saltillo hasta La Laguna pasando por Parras de la Fuente.

Entre otros, desfilan por estas páginas platillos como los tamales norteños (distintos a los del centro y sur del país), los chiles rellenos (que aquí sí vienen lampreados), el asado de puerco (una de las joyas culinarias laguneras), la tortilla de harina (la hecha en casa, que es un portento), el chicharrón prensado (sin duda el guiso más celebrado dentro de la gordita), la capirotada (indispensable en cuaresma), el caldillo de carne seca y la discada.

Nos son muchos, pero sí una muestra representativa de lo que nos gusta y lamentablemente se ha ido perdiendo como práctica en las cocinas familiares, aunque no en espacios públicos como fondas, cocinas económicas y restaurantes.

Es verdad que la globalización ha incorporado muchos platillos foráneos en la cocina mexicana, que hay innumerables restaurantes con ofrecimientos que hace veinte años ni siquiera conocíamos (el shushi o las crepas, por ejemplo), pero también es verdad que nuestra cocina tradicional se ha defendido con uñas y dientes para seguir alegrándonos. Ojalá que esto perdure. Obras como el recetario Cocineras tradicionales, pese a la modestia de su ediciónnos alientan a pensar que así será.