El jueves 20 de abril pasado el IMCE de Torreón convocó a
una mesa de editores laguneros a la que fuimos invitados Mariana Ramírez,
Fernando de la Vara, Germán Cravioto y yo. La moderadora/organizadora fue Nadia
Contreras, responsable del área de literatura en el ayuntamiento actual.
Quienes asistimos no somos la totalidad de quienes trabajamos directa o
lateralmente con lo editorial en La Laguna, pues hay colegas que, como Ruth
Castro, se han relacionado aquí con la labor editorial, en este caso específico
en la elaboración de libros y no de otro tipo de productos editoriales, como
revistas o periódicos.
Por supuesto que una hora, lo que duró el
“conversatorio”, es insuficiente para espigar todas las implicaciones que tiene
una actividad tan delicada como la edición bibliográfica, pero algo logramos
poner sobre la mesa (redonda) para saber en dónde estamos parados como cultores
de este oficio. De entrada, creo que coincidimos en afirmar que en nuestra
comunidad el trabajo editorial no tiene un perfil estrictamente empresarial, es
decir, que no tenemos sellos que auspicien la publicación como apuesta
comercial. Tenemos, eso sí, personas que pueden ayudar a los interesados en
armar sus libros de acuerdo a los criterios exigidos para que este objeto
cumpla con los requerimientos mínimos de calidad.
¿Y cuáles son esos requisitos? Primero, orientar al autor
sobre lo que puede hacer de acuerdo a su propósito. Luego, si el autor desea
seguir adelante, lograr que el documento se apegue lo más posible a la
corrección gramatical, lo que en mucho depende del documento original creado en
el mismo Word. Luego, diseñar las páginas con apego a las partes convencionales
del libro, establecer su diseño en interiores y portada, y pensar en el tiraje pertinente.
Al final, imprimirlo en el sistema que más convenga (por demanda u offset), lo
que incluye la posibilidad hoy viable de distribuirlo sólo como producto
digital.
Fue una mesa grata, y lo más importante es que permitió el diálogo sobre la confección actual de libros en La Laguna, un fenómeno que en este momento goza de su mayor auge en la historia de nuestra región.