Conocí a Laura Orellana Trinidad hacia 1990, cuando
comencé a dar clases en la Ibero Torreón. No tuvimos mucho trato en aquel
momento, sólo el obligado por la urbanidad dentro del ámbito magisterial en el
que nos movíamos como colegas. Hacia mediados de los noventa formamos parte del
primer grupo que estudió la maestría en Historia impartida en La Laguna por la
Ibero Ciudad de México. Fueron dos años muy importantes para mí, aunque no me
sentía, ni me siento ni me sentiré historiador. Digo que fueron años valiosos
porque allí, entre otras personas a quienes estimo/admiro mucho, estaba Laura.
Coincidir en un aula como compañeros de clase me dejó apreciar mejor sus
virtudes: gran disposición al diálogo, interés por todo el conocimiento
humanístico, disciplina para encarar proyectos y respeto indeclinable a la
opinión/condición de los demás. En las clases que compartí con ella la percibí
como una de las mentes mejor amuebladas para atender la densidad de la teoría y
la filosofía de la historia que recibíamos como alumnos. En aquellos dos años
de condiscipulazgo creo que logramos establecer un trato de amistad y respeto
que se ha mantenido durante décadas.
En medio de las actividades docentes y administrativas desarrolladas
dentro de la Ibero Torreón, Laura prosiguió con su formación de historiadora y
luego de la maestría atravesó con las mejores notas su doctorado, grado que
concluyó con una tesis brillante. Además de la docencia, que nunca ha dejado,
se desempeñó en cargos vinculados con la gestión de la vida académica. Mientras
esto pasaba, no dejó de publicar en la prensa local y en libros de su autoría.
Pese a trabajar en la misma universidad, nos veíamos poco, pero siempre que
coincidíamos me extendía un trato respetuoso e inteligente.
Fue hacia finales de 2017 cuando Laura fue propuesta para
coordinar, además de la investigación institucional, el Archivo Histórico Juan
Agustín de Espinoza, sj, de la misma Ibero Torreón. Junto con esto, mi área, la
editorial, fue fusionada a la de Laura y ella pasó a ser mi superordinada
directa, lo cual no modificó un ápice el trato respetuoso e inteligente de
siempre. Hoy, pues, hacemos equipo en el trabajo, y a la hora de encarar los
proyectos laborales jamás he sentido de su parte algo distinto al compañerismo
y la solidaridad.
Lagunera, Laura es socióloga, maestra
y doctora en Historia por la Ibero Ciudad de México. Académica de tiempo
completo en la Ibero Torreón desde 1990. Actualmente, como dije, es
coordinadora del Centro de Investigaciones Históricas y de la Dirección de
Investigación Institucional. En 2012 fue distinguida con la medalla al Mérito
Académico “David Hernández”. Obtuvo el primer lugar en el certamen nacional de
ensayo Susana San Juan, en 1999. Entre otros, ha publicado Entre lo público y lo privado (Ibero Torreón), Hermila
Galindo, una mujer moderna (Conaculta), Teatro Martínez, patrimonio
de los mexicanos (Fineo) y el libro conmemorativo de los 75 años de la
escuela Carlos Pereyra.
Nació
el 25 de junio de 1962, así que hoy, en su cumpleaños sesenta, me enorgullece
presumirla como compañera de trabajo, como socióloga e historiadora, como
maestra y funcionaria académica, y para mí, principalmente, como amiga.
Felicidades para Laura y muchas gracias por su lúcida amistad.