Nacido en Matamoros de La
Laguna, Coahuila, en 1905, el profesor Santos Valdés ha tenido en la región
lagunera varios reconocimientos, todos ellos merecidos, como las estatuas
ubicadas en la entrada de su ciudad natal y la calzada Colón de Torreón, además
de una escuela primara que lleva su nombre y está en la colonia Nueva Los
Ángeles, también de Torreón. Fue, como sabemos, un infatigable organizador de
la educación pública en nuestro país y un colaborador permanente de periódicos
y revistas. Su bibliografía es también copiosa, tanto que resulta asombroso
cómo pudo conciliar sus tareas de educador y de escritor.
Pues bien, este ilustre
lagunero, uno de los pocos verdaderos próceres que tenemos, fue mancillado por
un alcalde que propuso cambiar el nombre del bulevar Santos Valdés por el del
actual gobernador duranguense, José Rosas Aispuru. Confío sin embargo en que la
iniciativa lamebotas de Homero Martínez, presidente municipal de Ciudad Lerdo,
y la inveracunda aceptación del gobernador serán demolidas. Todo es cuestión de
esperar a que estos sujetos, cuyo único mérito es tener hoy poder político, lo
pierdan al dejar sus cargos para que la ciudadanía organizada y combativa,
inspirada precisamente por el legado de Santos Valdés, pulverice el agravio.
Otro alcalde y otro
cabildo seguro entenderán que esto ha sido un disparate promovido por
hombrecillos trepadores. Así que soy optimista: el bulevar volverá a llevar su
nombre original.