miércoles, junio 29, 2022

Permanencia de José Santos Valdés

 











Uno de los pocos réditos que tiene el trabajo intelectual es el del reconocimiento póstumo. Quien se esfuerza por reflexionar, por criticar, por escribir y educar generalmente debe cuidar ciertas maneras de la privacidad que le permitan trabajar con las ideas. Esto, en vida, lo aleja del ruido (que solemos adjetivar “mundanal”) y lo margina de la visibilidad social. Sus logros se materializan en libros, artículos, columnas, conferencias y demás, obra toda que da la cara al mundo y, si es sólida, permanece en el tiempo y a veces recibe gratitud tras la muerte de su hacedor, como es el caso del profesor José Santos Valdés, hombre que a su arduo trabajo de escritura añadió una labor magisterial de altísima valía.

Nacido en Matamoros de La Laguna, Coahuila, en 1905, el profesor Santos Valdés ha tenido en la región lagunera varios reconocimientos, todos ellos merecidos, como las estatuas ubicadas en la entrada de su ciudad natal y la calzada Colón de Torreón, además de una escuela primara que lleva su nombre y está en la colonia Nueva Los Ángeles, también de Torreón. Fue, como sabemos, un infatigable organizador de la educación pública en nuestro país y un colaborador permanente de periódicos y revistas. Su bibliografía es también copiosa, tanto que resulta asombroso cómo pudo conciliar sus tareas de educador y de escritor.

Pues bien, este ilustre lagunero, uno de los pocos verdaderos próceres que tenemos, fue mancillado por un alcalde que propuso cambiar el nombre del bulevar Santos Valdés por el del actual gobernador duranguense, José Rosas Aispuru. Confío sin embargo en que la iniciativa lamebotas de Homero Martínez, presidente municipal de Ciudad Lerdo, y la inveracunda aceptación del gobernador serán demolidas. Todo es cuestión de esperar a que estos sujetos, cuyo único mérito es tener hoy poder político, lo pierdan al dejar sus cargos para que la ciudadanía organizada y combativa, inspirada precisamente por el legado de Santos Valdés, pulverice el agravio.

Otro alcalde y otro cabildo seguro entenderán que esto ha sido un disparate promovido por hombrecillos trepadores. Así que soy optimista: el bulevar volverá a llevar su nombre original.