miércoles, marzo 28, 2018

Momento del Santos Laguna




















Fui invitado por la revista de la Liga de nuestro futbol a opinar sobre la marcha del equipo lagunero. No sé, nadie lo sabe, cómo seguirán los albiverdes en las jornadas venideras, las de cierre, pero hasta ahora todo lleva a pensar en Liguilla y algo más. Comparto un fragmento de lo que opiné al respecto:
Santos Laguna está de vuelta. Tras el último campeonato y la salida de Pedro Caixinha, los Guerreros pasaron algunas temporadas en las que quedaron mucho a deber. Tan inestables anduvieron que en una de ellas, con el Chepo de la Torre en el timón, su mejor y más recurrente resultado fue el empate, es decir, la medianía. La afición local, por ello, no sabía si llorar o reír, si resignarse a quedar fuera de las liguillas o soñar con mejores horizontes. Esta incertidumbre se hizo tan profunda que creó una especie de maldición santista frente al arco de los rivales: los laguneros llegaban y llegaban, siempre con peligro, pero no anotaban, nunca anotaban, de ahí que las igualadas se  fueron convirtiendo en sus resultados más recurrentes, y ya se sabe que con empates no se puede aspirar a mucho.
Felizmente, todo parece haber cambiado en la temporada corriente. Hoy, de la mano de Robert Dante Siboldi, Santos Laguna parece haber regresado a sus mejores momentos como equipo complicado de visitante y casi imposible de local. Creo ver en dos zonas este retorno a la calidad y a los buenos resultados. Por un lado, la contratación del Gallito Vázquez fue lo mejor que pudo suceder a los Guerreros. Este jugador es clave para que se dé el funcionamiento general. Es un jugador-bisagra entre la defensa y el ataque, el punto de inflexión entre ambas líneas. Vázquez no sólo tiene solvencia como recuperador de balones. Más importante que esto es su capacidad nata para dar pausa, para pensar la jugada por venir. Como medio, quizá no es el mejor para la defensa ni el mejor para el ataque, sino un jugador que lo mismo defiende con seguridad y ofende con cerebro. Cuando el balón pasa por él, conoce los misterios del ritmo, sabe retrasar si ve complicaciones y asimismo sabe hallar al compañero mejor colocado para emprender ofensivas peligrosas. Este jugador, por todo, vino a facilitar el trabajo ofensivo de Oswaldo Martínez, quien a partir de la llegada del Gallito, y ya distendido de las tareas de recuperación, luce más sus capacidades como organizador.
Otra zona renovada es la ofensiva. Santos Laguna tuvo llegada en la época de la empatitis, pero no gol. Entre la mala fortuna y la desconfianza, tanto Furch como Rodríguez y Djanini no atinaban, por más oportunidades que tuvieran, a anotar. Era una especie de maldición. Pero cuando un engrande de atrás funciona bien, los de adelante tienen más posibilidades de trabajar en el mismo sentido: asentada la defensa con Izquierdoz y Araujo, notablemente sólida la contención con el Gallito, suelto el creativo Martínez, los agresores tenían que dar resultados, y lo que pasó ya lo sabemos: el argentino, el uruguayo y sobre todo el caboverdiano han comenzado a producir tantos por racimos.
La afición lagunera ha respondido con entusiasmo a la convocatoria de los triunfos. No es para menos. Desde el amanecer del clausura 2018 el equipo de casa ha pintado de verdiblanco los primeros lugares de la tabla general y tal parece que habrá buena liguilla en la comarca del río Nazas. Pero soy de los que nunca desata carnavales pese al advenimiento de los triunfos, pues en más de una ocasión he visto que del plato a la sopa se echa a perder un torneo por malas rachas o exceso de confianza. Asegurada o no la fase de liguilla, Santos Laguna debe jugar igual, con el mismo compromiso, y los aficionados responder en las tribunas con alegría, ciertamente, pero sin la fanfarronería del que cree poderlo todo, pues cuántas historias de frustración no hemos visto luego de soñar el triste sueño de la invencibilidad. Más vale, en un torneo tan corto y complicado como el mexicano, tomar las cosas con calma, siempre. Los laguneros sabemos de la derrota y el peligro de los descensos, así que nos alegramos sin desbaratarnos ante el buen momento que pasan los Guerreros. Sólo anhelamos que ojalá sigan así.