martes, marzo 03, 2015

Cumplimiento de la supervivencia













Cuando un escritor recibe la encomienda de entresacar piezas de su obra con el fin de armar una antología, el libro resultante suele llevar el apellido “personal”. La antología personal —que a mí me gustaría llamar, mejor, “selección personal” para evitar el sutil gesto de soberbia que supone la palabra “antología”— es entonces una especie de automutilación: al elegir, el autoantólogo elimina partes de su propio espíritu encarnado en textos que por alguna razón no dan el ancho o no alcanzan a decir mejor que otros lo que el escritor/seleccionador cree que él mismo es. El producto de esa poda es la antología personal, una especie de autobiografía perfilada oblicuamente, un espejo de mano.
Nadia Contreras (Quesería, Colima, 1976) ha trabajado sobre sus numerosos poemas con el objetivo de definirse en aquellos que a su juicio la retratan con mayor precisión. El resultado es Cumplimiento de la voluntad, hermoso título para un libro que expresa una esencial y conciente profesión de fe literaria, poética en este caso, que desde ya podemos describir como vocación de superviviente.
Autora de Presencias, Caleidoscopio, Visiones de la patria muerta, Pulso de la memoria, El andar sin ventanas, entre otros libros de poesía, ensayo y relato, en Cumplimiento de la voluntad Nadia Contreras agrupa varios de sus poemas y permite apreciar, de un vistazo, que la esencia de su voluntad ha estado puesta al servicio de una minuciosa captación de instantes que a su vez han sido asideros para seguir en pie.
Miniaturista del tiempo, Nadia Contreras toma entre sus manos —que es tomar entre su versos— aquellos flashazos de vida que a la larga son o serán la memoria. Somos lo que recordamos, y lo que recordamos es una coruscante sucesión de momentos que en este caso, gracias al poema, quedan resguardados, protegidos, galvanizados contra la corrosión del olvido y sirven luego como báculos para mantenerse con vida.
La poeta, atravesada por el azoro, observa el exterior y se lo apropia, lo problematiza en su sangre, y clava el pasado no para regodearse en la nostalgia, en lo perdido, sino para reverdecer el presente, para volver a la plenitud de la existencia en el hoy.

Años después, dejo de tomar en serio
los capítulos de mi vida.
Quiero vivir.
Vivir es el término que más se acerca
a mi propósito.

Heredera sin aspavientos de la Nin, la Plath, la Pizarnik y la Peri Rossi, a quienes tributa homenaje en alguna de las páginas que componen Cumplimiento de la voluntad, Nadia Contreras es, como aquéllas, una escritora que proviene del deporte extremo conocido como introspección, ese buceo en agua profunda que permite apreciar, de golpe y sin mayor equipamiento, que en el fondo todo ser humano es un superviviente de los demás y, sobre todo, de sí mismo:

Soy yo la que se desgaja,
la que una mañana despertó en mitad
de las sombras
y al abandono
logró sobrevivir.

Cumplimiento de la voluntad, Nadia Contreras, Secretaría de Cultura de Coahuila, colección Arena de poesía, Saltillo, 63 pp.