Sólo
un gobierno corruptísimo y autoritario como el nuestro puede evadir con
indiferencia y boletines lo que a diario es difundido —en sordina porque los
grandes medios son parte del problema— sobre las circunstancias que tienen a
México sumido en la catástrofe o casi en ella. Haciéndose pasar permanentemente
como sorprendida, la vocería oficial refuta no sólo opiniones de personalidades,
sino que también contradice ya mecánicamente lo declarado por organismos internacionales como la ONU, una organización
que al parecer, eso dicen, tiene cierta autoridad oficial y moral al momento de
hacer declaraciones sobre los países que la componen.
Esta semana tocó su turno (así van, por turnos cada semana) a Juan Méndez,
relator especial de las Naciones Unidas, quien entre otras afirmaciones expresó
que sobre la tortura en México “Hay evidencia de la participación activa de las
fuerzas policiales y ministeriales de casi todas las jurisdicciones y de las
fuerzas armadas, pero también de tolerancia, indiferencia o complicidad por
parte de algunos médicos, defensores públicos, fiscales y jueces”. Junto con lo
anterior explicó que ésta y otras prácticas relacionadas con el abuso violento de
las autoridades se han incrementado en los años recientes, de manera que se
trata ya de un problema agudo para el país. El informe que describe este flanco
de la barbarie oficial fue, claro, inmediatamente desestimado por la
cancillería con el raspado naipe de la negación a simple vista, al puro tanteo:
lo dicho por el relator de la ONU simplemente “no corresponde a la realidad”.
¿Y cuál es la realidad?, sería la pregunta. Si hay una realidad mejor
que la percibida por la ONU, ¿por qué entonces no se le invita a investigar más
hondamente, a escudriñar en cárceles y entrevistar víctimas del tehuacanazo y otros
métodos similares y conexos? Ignoro durante cuánto tiempo más será estirada la
tensa cuerda de la negación ante los problemas que desde afuera ve todo mundo y
aquí ni siquiera logra medio aceptar el sórdido gobierno de Peña Nieto.
Y mientras los negadores profesionales enmiendan párrafos a las
relatorías de la ONU, otro personaje saliente de la cultura mexicana, el
cineasta Guillermo del Toro, asegura en el mismo flujo de opinión que “Estamos
en un momento excepcional; vivimos un hito de inseguridad, de descomposición
que va a ser histórico”.
Nada es cierto, sin embargo. Este es el mejor México posible según los
afanosos boletines de la Presidencia.