sábado, marzo 28, 2015

Cumbres cochambrosas















Como lo señaló brillantemente Enrique Serna en un artículo publicado hace poco en Letras Libres, los nuevos ricachones de la patria no hallan en qué letrina vaciar sus flamantes y miserables abundancias: “Pero el exceso de codicia es incompatible con la discreción y el tacto político. El dinero fácil tiene prisa por relucir, y de hecho, quema las manos a sus poseedores. Para un político recién llegado a la opulencia debe de ser un suplicio atroz tener que ocultar su enorme capital en una cuenta bancaria de las Islas Vírgenes. Lo mismo le sucede a una estrella de telenovelas con sueños de grandeza. ¿Por qué resignarse al modesto lujo de una primera dama si desde niña soñó con un boato imperial?”
Aunque en esto no hay reglas, la prisa por exhibir los lujos inaccesibles para el populacho crece en función de la edad. Esto es lo que explica el fenómeno de los “mirreyes” mexicanos, jóvenes que han encontrado en las nuevas plataformas de la comunicación el medio idóneo para difundir los lujos a los que acceden, el “estilo” de vida que los caracteriza. Mientras sus padres se parten el lomo engrillando hordas de obreros o simplemente saqueando arcas públicas, ellos invierten su tiempo en bombardear redes sociales con fotos que dan fe de fiestas, viajes y demás andanzas sin límite de goce material.
Insuperablemente huecos, tratan de que todo lo que hacen quede vinculado con los símbolos del poder y los negocios en los que se mueven sus familias. No hay, por ello, instantes de sus versallescas vidas que puedan ser contaminados por la mesura o la naquez. Si viajan, por ejemplo, sus selfies tienen que dejar ver al fondo yates de Marsella o edificios neoyorkinos, no pirámides de Teotihuacán o trajineras de Xochimilco, y si estudian no pueden dejar de mencionar que se preparan en los colegios más caros entre los caros.
El video que hicieron unos bichos de esta fauna, convertido en tema señero de la semana, muestra a la perfección la mentalidad que abraza el mirreynato. En el clip, cinco chicos que están a punto de egresar del Instituto Cumbres México hacen un casting degradante para calar la calidad de las chamacas que podrán acompañarlos en la graduación.
Las autoridades del instituto señalaron que el video “no representa los valores y principios del colegio”, pero uno ya no sabe. Llevan ya dos videos y los chicos no dan trazas de cambiar su perspectiva. En otras palabras, parece que se sienten cómodos propalando quiénes son y qué apetito los alienta.