Como
lo señaló brillantemente Enrique Serna en un artículo publicado hace poco en Letras Libres, los nuevos ricachones de
la patria no hallan en qué letrina vaciar sus flamantes y miserables
abundancias: “Pero el exceso de codicia es incompatible con la discreción y el
tacto político. El dinero fácil tiene prisa por relucir, y de hecho, quema las
manos a sus poseedores. Para un político recién llegado a la opulencia debe de
ser un suplicio atroz tener que ocultar su enorme capital en una cuenta
bancaria de las Islas Vírgenes. Lo mismo le sucede a una estrella de
telenovelas con sueños de grandeza. ¿Por qué resignarse al modesto lujo de una
primera dama si desde niña soñó con un boato imperial?”
Aunque
en esto no hay reglas, la prisa por exhibir los lujos inaccesibles para el
populacho crece en función de la edad. Esto es lo que explica el fenómeno de
los “mirreyes” mexicanos, jóvenes que han encontrado en las nuevas plataformas
de la comunicación el medio idóneo para difundir los lujos a los que acceden,
el “estilo” de vida que los caracteriza. Mientras sus padres se parten el lomo
engrillando hordas de obreros o simplemente saqueando arcas públicas, ellos
invierten su tiempo en bombardear redes sociales con fotos que dan fe de
fiestas, viajes y demás andanzas sin límite de goce material.
Insuperablemente
huecos, tratan de que todo lo que hacen quede vinculado con los símbolos del
poder y los negocios en los que se mueven sus familias. No hay, por ello, instantes
de sus versallescas vidas que puedan ser contaminados por la mesura o la
naquez. Si viajan, por ejemplo, sus selfies
tienen que dejar ver al fondo yates de Marsella o edificios neoyorkinos, no
pirámides de Teotihuacán o trajineras de Xochimilco, y si estudian no pueden
dejar de mencionar que se preparan en los colegios más caros entre los caros.
El
video que hicieron unos bichos de esta fauna, convertido en tema señero de la
semana, muestra a la perfección la mentalidad que abraza el mirreynato. En el
clip, cinco chicos que están a punto de egresar del Instituto Cumbres México
hacen un casting degradante para
calar la calidad de las chamacas que podrán acompañarlos en la graduación.
Las
autoridades del instituto señalaron que el video “no representa los valores y principios del colegio”, pero
uno ya no sabe. Llevan ya dos videos y los chicos no dan trazas de cambiar su
perspectiva. En otras palabras, parece que se sienten cómodos propalando
quiénes son y qué apetito los alienta.