sábado, julio 08, 2023

Oferta insólita



















Desde que leí “El idioma analítico de John Wilkins”, uno de los más famosos ensayos de Borges, advierto con mayor claridad la unión de elementos que parecen no tener nada en común. En otras palabras, tengo mayor conciencia de la enumeración caótica, es decir, de todo aquel listado que parece ir en contra de la lógica. La realidad, empeñada siempre en transgredir lo que suponemos ordenado, abunda en ejemplos de hermanamiento atípico.

En el ensayo citado, Borges dice lo siguiente (y tal es la parte más recordada e irónica de ese texto): “Esas ambigüedades, redundancias y deficiencias recuerdan las que el doctor Franz Kuhn atribuye a cierta enciclopedia china que se titula Emporio celestial de conocimientos benévolos. En sus remotas páginas está escrito que los animales se dividen en (a) pertenecientes al Emperador, (b) embalsamados, (c) amaestrados, (d) lechones, (e) sirenas, (f) fabulosos, (g) perros sueltos, (h) incluidos en esta clasificación, (i) que se agitan como locos, (j) innumerables, (k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, etcétera, (m) que acaban de romper el jarrón, (n) que de lejos parecen moscas”.

Como se puede apreciar, el efecto cómico de ese párrafo se da porque toda clasificación supone un camino, un determinado campo semántico, la sujeción a un contexto en el que de alguna manera ya sabemos qué hay o qué sigue. Hay preguntas en programas de concurso que trabajan ese recurso, como cuando dicen “Mencione algunos equipos de beisbol de Estados Unidos”; sólo la ignorancia o la locura determinarán que alguien responda “Fonacot” o “Los Rancheritos del Topo Chico”. Si decimos, por ejemplo, “cocina”, sabemos que allí cerca están “olla”, “refrigerador”, “vaso”, “cuchillo”, “licuadora”, “molcajete”. Lo desconcertante sería, pues, hallar allí un martillo o una locomotora, como hacían los surrealistas (“El encuentro fortuito de una máquina de coser y un paraguas en una mesa de disección”, Lautréamont) o como lo hizo la hipotética enciclopedia china en su clasificación zoológica.

A modo de paréntesis recuerdo una escena. Se dio en el programa Jeopardy versión mexicana. Como sabemos, es un concurso de cultura general en el que por ello las posibles preguntas son potencialmente infinitas por aleatorias (o random, como dicen hoy los jóvenes). Pese a esto, el conductor le preguntó a un participante: “¿Te preparaste para venir al concurso?” Es una tontería, claro, pues nadie se “prepara” o “estudia” para un examen de cultura general, ya que ésta se tiene o no se tiene, y es producto de la curiosidad permanente, no de la lógica de una guía de estudio a la manera escolar. Cierro paréntesis.

En la calle me he topado pues con ayuntamientos publicitarios raros. Uno de ellos, desconcertante, estaba al lado de una miscelánea en Torreón, es decir, de una tiendita de dulces y abarrotes que ofrecía esto: “Copias. Se venden cascos para moto”. El servicio de fotocopiado no es inusual. Lo que sí me pareció una ruptura, un quiebre de la lógica, es el ofrecimiento de cascos para motociclista. No sé qué opinen ustedes, pero a mi juicio es el único anuncio del mundo con tal ofrecimiento: copias fotostáticas y cascos para conductor de moto. De locura.