En El hablador, novela de 1987, Vargas Llosa materializa
en ficción su teoría sobre la ficción: el ser humano inventa, construye, cuenta
relatos porque con ellos abre la oportunidad de ensanchar la vida a la que está
condenado: una sola. Gracias a las ficciones se multiplica, sale de su realidad
unidimensional y experimenta de manera vicaria los destinos de otros hombres, héroes
y villanos, trágicos o cómicos. Contar historias, entonces, es una suspensión
momentánea de nuestra monotonía, una posibilidad de amplificación que mediante
la fantasmagoría nos permite ser “otros”, y esta es la razón por la que hasta
la fecha son necesarias las novelas, el teatro, el cine, las series, las
historietas y todo aquello que relata algo.
Por supuesto, no siempre los relatos tuvieron un origen
individual visible. El concepto de autoría individual es relativamente nuevo, tan
reciente que, se dice, fue afianzado apenas en el Renacimiento, etapa de la
historia del arte en la que los creadores comenzaron a notar que su nombre vinculado
a una obra artística de su producción podría granjearles fama, y, con la fama,
admiración, beneficios materiales y potencial inmortalidad. Pero antes, desde
los balbuceos de la humanidad, las historias conocidas en todas las comunidades
del mundo, basadas primero en la oralidad y luego asentadas en la escritura,
fueron anónimas y compartidas de generación en generación en el formato de
mitos y leyendas.
En la actualidad, estos relatos anónimos, aunque
menguantes, siguen vivos en la tradición oral de muchas comunidades. No acusan,
claro, la fuerza que alcanzaron a tener en el pasado, pues hoy la oferta (basta
ver YouTube o Netflix) de ficciones textuales y audiovisuales es inagotable.
Antes no ocurría así. En las sociedades ágrafas, orales, las leyendas podían no
ser infinitas, y se contaban reiteradamente en grupo, para regocijo o terror de
quienes las escuchaban. La leyenda supone, entonces, un rasgo común: la
enunciación en vivo, frente al público, es decir, cierto grado de teatralidad.
En el libro Historias, consejas y leyendas de la región norte de Coahuila (Ediciones Línea Breve, Saltillo, 2021, disponible en la web de la Secretaría de Cultura de Coahuila), se rescatan historias de municipios como Acuña, Allende, Nava, Piedras Negras, Villa Unión y varios más. Son relatos sencillos, y todos configuran el producto del concurso “Rescatemos nuestras leyendas” que de toda la región norte de la entidad ahora han pasado de la oralidad al libro, lo cual sería pertinente materializar en todo Coahuila.