Está
muy arraigada la creencia de que los sinónimos son útiles a toda hora y sirven
ante cualquier problema de repetición de palabras. Eso es falso. Para empezar,
no hay sinónimos perfectos, es decir, palabras que equivalgan exactamente a
otras palabras. Aunque los sinónimos tengan alguna cercanía semántica, siempre
habrá sutilezas que deben ser tomadas en cuenta tanto por el emisor como por el
receptor de los mensajes. Veamos esto con algunos ejemplos.
El
diccionario de sinónimos nos indica que “casa” es sinónimo de “morada”,
“vivienda”, “hogar”, “domicilio”, “residencia”, “mansión”, “habitación”,
“palacio”. Agreguemos, en el contexto mexicano del habla coloquial, dos
sinónimos más: “chante” y “cantón”. Ahora hagamos un ejercicio de escritura, un
fragmento de relato donde adrede repetiremos la palabra “casa”:
Juan salió de su casa muy temprano. Tomó el camión para ir a su trabajo. En su casa se había sentido preocupado toda la noche, pues en la fábrica cundían rumores de huelga y temía que lo despidieran. Si eso ocurría, iba a perder su casa, esa casa que había conseguido con tanto esfuerzo luego de vivir muchos años en casas de renta.
Usemos
ahora algunos sinónimos para resolver la repetición de la palabra “casa”:
Juan salió de su casa muy temprano. Tomó el camión para ir a su trabajo. En su morada se había sentido preocupado toda la noche, pues en la fábrica cundían rumores de huelga y temía que lo despidieran. Si eso ocurría, iba a perder su vivienda, ese hogar que había conseguido con tanto esfuerzo luego de vivir muchos años en domicilios de renta.
Obviamente, por el
contexto del relato notamos que algo suena mal, que los sinónimos no ayudaron
mucho. Propongamos otro arreglo:
Juan salió de su casa muy temprano. Tomó el camión para ir a su trabajo. Toda la noche se había sentido preocupado, pues en la fábrica cundían rumores de huelga y temía que lo despidieran. Si eso ocurría, iba a perder la casa que había conseguido con tanto esfuerzo luego de vivir de renta muchos años.
Si
nos fijamos, no fue necesario usar sinónimos, sino redactar de otra manera,
eliminar los sobrentendidos, trabajar con el contexto de la propia idea
desarrollada en el párrafo. Así, el relato suena natural, no repetitivo ni
fallidamente elegante. El uso de los sinónimos siempre depende, por ello, del
contexto. Veámoslo con un caso de la vida real. Cuatro amigos beben cerveza en una
cantina lagunera y uno de ellos dice:
¿Cuándo volvemos a vernos para echarnos otra cheve?
Son
laguneros estándar, están relajados y en un ambiente de cuates, nadie nota nada
extraño en la frase. Ahora bien, el mismo sujeto pregunta con el diccionario de
sinónimos a la mano:
¿Cuándo volvemos a vernos
para echarnos otra cebada?
¿Cuándo volvemos a vernos
para echarnos otro lúpulo?
¿Cuándo volvemos a vernos
para echarnos otra bebida fermentada?
¿Cuándo volvemos a vernos para echarnos otra bebida alcohólica?
Tal vez por diversión estos hipotéticos amigos se permitan tales juegos de seudoelegancia retórica, pero en general es espantoso hablar así, con seudosinónimos, por lo que podemos concluir que ninguna palabra o frase es semánticamente idéntica a otra, así que no existen los sinónimos perfectos. Lo ideal, por ello, ante la repetición de una misma palabra en una frase, no es correr en la búsqueda de sinónimos, sino redactar de otra manera, tratar de omitir reiteraciones, apelar a un sinónimo contextual (“agua” en cierto contexto es sinónimo de “líquido”) y demás.