sábado, enero 28, 2023

Una mirada a la mirada vacía

 


















La poesía es un atlas en el que todas las zonas de la sensibilidad humana encuentran acomodo. Su despliegue de temas, formas, ritmos y, en general, tratamientos da para pensar en un catálogo cuya amplitud desborda los límites que queramos imponerle. Así entonces, ¿cuál es la materia del hacer poético? Todo, tanto lo visible como lo invisible pueden hallar acomodo en el verso y por ello no está afuera, sino dentro del poeta, en su elección, qué franja de la realidad escoge para convertirla en producto artístico y qué forma le dará.

De a poco la mirada se queda vacía (Ayuntamiento de Torreón, Colección Viento y Arena, Torreón, 2022, 69 pp.), segundo libro de Alfredo Castro Muñoz (Torreón, Coahuila, 1998), es, como Estar de paso, su primer libro, un viaje, aunque en este caso con un propósito distinto. Mientras en aquél indagaba en una diversidad de motivos observados para insinuar que todo puede ser tan asombroso como pasajero, en Da a poco la mirada se queda vacía (título que no ha terminado por gustarme) hunde su sentimiento, al menos en su primera parte, hasta el hueso de la desolación sin chantajearnos. La sola evocación de ciertas situaciones vinculadas con la barbarie nuestra de cada día da pie al estremecimiento, a la sensación de que hemos estado cercados por la desgracia y el espanto casi hasta inhabilitar nuestra capacidad de asombro y rabia, como si nuestro costado sensible se hubiera secado, como si nuestra mirada poco a poco se hubiera quedado vacía.

Alfredo Castro Muñoz (Torreón, Coahuila, 1998) es egresado en Ciencias de la Comunicación con especialidad en Periodismo por la Universidad Autónoma de Coahuila. Su poesía ha aparecido en distintos medios físicos y digitales como la revista Acequias, de la Ibero Torreón, y Estepa del Nazas, del Teatro Isauro Martínez, así como en los portales Red es Poder y Bitácora de vuelos. Ha publicado reseñas y artículos para la revista Siglo Nuevo. En 2022 publicó el poemario Estar de paso. Actualmente es docente en materias de humanidades para bachillerato. Desde hace seis y tres años, respectivamente, participa en los talleres literarios del Teatro Isauro Martínez y de la UAdeC.

Su nuevo libro, el que hoy nos reúne, ha sido compuesto en dos secciones: la primera es “Sólo la sangre convertida en espejismos” y, la segunda, denominada de manera idéntica al título del libro. Sin malquerer a los poemas de la segunda estancia, me gustan más los de la primera, que es breve. Este par de espacios es complementado por un apéndice llamado “Notas” que quizá sea prescindible pues supone, así sea levemente, una información que quizá ni los poemas ni el lector demandan. En todo caso, si se deseaba una más fácil inteligencia de los poemas, quizá hubieran servido marcas más enfáticas pero colocadas dentro de los mismos versos. Las “Notas”, pues, pudieron omitirse, y más la primera, pues su redacción es menos que deficiente.

Ahora bien, De a poco la mirada se queda vacía contiene piezas estremecedoras en su sobriedad formal de verso corto e imágenes despojadas de retórica. Para marcar la tesitura desgarrada del libro fue harto pertinente ubicar como pieza de apertura el poema “Italia Inn”. Tal vez en otros lugares no lo sepan, pero para nosotros ese par de palabras representa el parteaguas que nos lleva a recordar un hecho siniestro en el que llegamos a la sima (no es errata) de la seguridad en la región. Aquella noche fatal, como sabemos, cerca de veinte personas fueron acribilladas en la quinta Italia Inn, donde se celebraba una fiesta. Los versos del poema hacen un paneo hacia aquel pasado bestial que nos mancha hasta el presente, de ahí los primeros versos en los que refulge el adverbio de continuidad “todavía”:

 

y todavía se puede escuchar

la música saliendo de las paredes

el acordeón que se expande en la memoria

 

En “Noche de abril”, el segundo poema, se fija en nosotros la imagen de una foto abrumadora en su terrible contexto, la de Debanhi cerca de la carretera y en espera de algo que, en ese momento, ya era la muerte sin que ella lo supiera. Alfredo Castro enuncia esto con una imagen familiar en la que, finalmente, la desgracia guarda distancia y se asienta en nosotros sólo como color-luz en la pantalla:

 

Mi madre ve la televisión al día siguiente

(sigue siendo abril y sigue siendo de noche)

 

                   qué foto tan triste

                   me dice

 

                                      apaga la pantalla (y se apaga el mundo)

                            y se va a dormir

 

Los poemas se suceden y quedan impregnados de un líquido verbal rojo, como si este color fuera el más característico de nuestro tiempo. Adrede, el titulado “Mayhem” instala su mirada en un hecho más lejano tanto en el tiempo como en el espacio, el suicidio de un cantante del rock ubicado en el llamado “black metal”, vertiente que, si no me equivoco, se caracteriza por hacer apología adolescente y teatralizada, por no decir burda, de todo lo que implique el Mal con mayúscula y representado en figuritas diabólicas y sanguinolentas. La presencia de este poema puede sentirse como una ampliación del rango espacial y temporal del libro: las calamidades de la violencia y el derrame de sangre no tienen fronteras en el mundo.

La segunda sección es más diversa, sin un hilo conductor visible en lo inmediato, y en ella incluso aparece un esbozo de sonrisa gracias a un texto, el fraguado en prosa con el título “El ojo que ves”. Si ya produjo esta pequeña obra maestra en la más inmediata cotidianeidad, no veo la razón por la que Alfredo no busque más acercamientos como éste, en pasmada prosa de género difuso. O también el poema dedicado a Silver King, el luchador lagunero que perdió la vida en Londres, tema que da pie a Alfredo para encontrar inusitados paralelismos entre nuestra región y un más allá geográfico.

Felicito a Alfredo Castro por este nuevo libro. Sé que sus lectores hallarán en él versos que serán como pinchazos de alfiler en la memoria.

Comarca Lagunera, 26, enero y 2023

Texto leído en la presentación de De a poco la mirada se queda vacía celebrada el 26 de enero de 2023 en la casona de cantera del Instituto Municipal de Cultura y Educación (Juárez y Colón, Torreón). Participamos el autor, Marco Antonio Jiménez Gómez del Campo y yo. El libro está disponible en el IMCE con la escritora Nadia Contreras, actual responsable de literatura en esa institución municipal.