Hace dos semanas, en la pasada ingesta de la rosca de
reyes, vi de nuevo la presencia voraz de un mercado que no deja de meter sus
manotas en las tradiciones. No es por ser conservador, que es casi lo mismo que
decir retrógrado, pero las tradiciones son las tradiciones, es decir,
costumbres que se heredan de generación en generación y en teoría deben
conservar los mismos rasgos en cada cambio de estafeta. Incluso
etimológicamente la palabra “tradición” supone eso: viene del latín tradere, que significa “transmitir”,
“entregar”. Pues bien, no sé si estaba mal informado pero hasta ahora noté que
las roscas de este año traían una innovación aparte de los rellenos que también
hace poco les incorporaron; ahora sus monitos eran de colores, y en algunos
casos no eran bebés, sino reyecitos y otras figuras. ¿A quién se le ocurrió
esto? No sé, pero ciertamente “la tradición” no sumó tal novedad.
Ya hace mucho pasó lo mismo con el papel picado, el que
usamos sobre todo en el Día de los Muertos que también sirve como ornamento “mexicano”
al margen del 2 de noviembre. Para hacerlo de acuerdo a la costumbre se cortaba
el papel a mano y así se obtenían figuras cuya vistosidad dependía de la
pericia en los cortes manuales. Hoy ese papel picado exhibe figuras complejas
(calaveras, letras…), obtenidos mediante suajes, es decir, con máquinas, en vulgar
serie.
No sé de danzas locales, y sólo identifico, junto con el
atuendo, la de matachines. En las últimas peregrinaciones que he podido ver,
muchas indumentarias tienen diseños, brillos y lentejuelas totalmente ajenos a
los usados por décadas.
Dada la cercanía de diciembre, todavía en estos días hay
nacimientos en muchas casas. Algunos tienen figuras de barro con los materiales
y los acabados tradicionales algo rústicos. Otros suman figuras con aspectos
modernos, disruptivos, de la era digital.
No es exactamente lo mismo, pero las playeras de equipos de futbol tuvieron durante años un diseño específico, el “tradicional”. Ahora los clubes ofrecen variantes cuyo objetivo es, sin duda, sólo vender, y las cambian temporada tras temporada. Han logrado incluso que esto parezca normal, que haya aficionados adictos a la compra de los diez modelos lanzados a la venta cada semestre. Increíble.