miércoles, enero 25, 2023

Portación de cara

 








Y recordé que hace tiempo fui testigo de una escena triste en el supermercado. Un par de empleados interrogaba con cierta dureza a un cliente como de sesenta años, moreno, algo sucio de la ropa y poco aliñado en general. Le reclamaban haber abierto un pequeño contenedor de galletas. El hombre se defendía y aseguraba que el producto ya estaba abierto. Uno de los empleados aseguraba lo contrario e insistía que él vio el momento en el que el paquete de galletas fue abierto. “Lo tiene que pagar”, dijo. El cliente respondió luego: “Ya estaba abierto, sólo tomé una galleta”. “Lo tiene que pagar”, remató el empleado. Sin escapatoria, el hombre sacó la cartera de su bolsillo y quiso pagar de inmediato. El empleado se negó a cobrarle allí y se dirigió con él hacia una caja. Al final tuve la impresión de que, dada la apariencia del sujeto, lo siguieron con las cámaras desde que entró. El hombre cometió un error sin saber que desde su llegada al súper ya había sido fichado por el delito de portación de cara.

Se dice que en México no hay racismo, pero esto es sólo una superstición republicana. Sin llegar a los extremos de países en los que las tensiones discriminatorias han llegado a la violencia, en nuestro país es suficiente la apariencia para ser colocado en una zona de minusvaloración de la cual es casi imposible escapar. Cierto que la discriminación por raza es quizá menos severa que la establecida a partir de la condición económica, pero esto no significa que el color de la piel no gravite a la hora de crear crueles estereotipos. Tal es la razón por la que algunos programas o reels, como los llaman ahora, destaquen el color moreno para construir chistes en los que la piel oscura se asocia indefectiblemente no nada más a la pobreza, sino también a la ignorancia, el mal gusto y la barbarie.

Y a propósito de esta mirada cada vez más torcida en el humor actual, quizá sea pertinente reflexionar, como quedó insinuado líneas atrás, en la orden que acatan todos los sistemas de seguridad para seguir con las cámaras a tales o cuales sujetos específicos. Con esto podríamos saber si uno es una persona que entra, por ejemplo, al mall y resulta celosamente observada o, al contrario, considerada no preocupante.