En largas charlas sabatinas con Saúl Rosales hemos
atravesado una diversidad de temas cuya enumeración aquí sería tediosa. Sobre
literatura han deambulado las conversaciones más frecuentes, pues esta
actividad, la de leer/escribir textos inscritos en el rubro de lo literario, es
la más cercana a nuestras vidas. En otros intereses, Saúl venía comentándome desde
hace algunos meses su deseo de recordar —lo que hizo en 2020-2021 con artículos
y ahora, recién amanecido el 2022, con un libro— la figura de Raúl Ramos
Zavala, lagunero muy poco conocido en su tierra. Supe y leí algunos de los
artículos que Saúl compartió en la revista Siglo
Nuevo, de suerte que hoy, con la publicación del libro Cantata por Raúl Ramos Zavala. Polifonía para un héroe comunista,
su proyecto llega a una especie de culminación y al mismo tiempo se convierte
en punto de partida para nuevas indagaciones.
Saúl
Rosales nació en Torreón, Coahuila, en 1940. Es Miembro Correspondiente de la
Academia Mexicana de la Lengua. Su libro de cuentos Autorretrato con Rulfo fue seleccionado para la colección
“Literatura Mexicana Contemporánea ¿Ya Leíssste?” Se le concedió el
reconocimiento de Creador Emérito de Coahuila en 1999; se le otorgó el de
Ciudadano Distinguido de Torreón en 1990 y 2004 y la medalla al Mérito
Universitario “Miguel Ramos Arizpe”, de la Universidad Autónoma de Coahuila. En
2019 el Proyecto Cultural Revueltas le otorgó la medalla José Revueltas. Ha
publicado una veintena de libros.
En el proceso de edición el autor me ha pedido el texto
de la contraportada, nombre que
habitual y erróneamente se le da a la “cuarta de forros”; la traigo aquí, a
esta presentación-reseña, por su carácter de sinopsis más que por cualquier otra
razón: “Cantata por Raúl
Ramos Zavala, de Saúl Rosales, es un libro que fluye
hacia dos vertientes: por un lado, arroja luz biográfica sobre Raúl Ramos
Zavala, sobre su oriundez lagunera, sobre su formación de economista en Monterrey
y sobre su notable participación en la lucha que desde la izquierda se libró
durante las décadas, ambas sangrientas para México, de los sesenta y setenta;
por otro, enfatiza la importancia que tuvo y tendrá el arrojo de jóvenes que,
como Ramos Zavala, encararon el riesgo de morir por su decisión de agrietar el
pétreo autoritarismo de un sistema político y económico que intoxicaba la vida
del país y no vacilaba, como acto reflejo ante cualquier cuestionamiento, en
hacer de la represión su método fijo de exterminio. Como sabemos, la brutalidad
y la cerrazón se manifestaron con mayor violencia ante las demandas populares y
estudiantiles, y es ante esta realidad frente a la que Ramos Zavala emergió
como ideólogo/militante de una vanguardia que subrayó el imperativo de
enfrentar al poder por medio de la lucha armada, lo que a la postre derivó en
el nacimiento, entre otras agrupaciones, de la Liga Comunista 23 de Septiembre.
Raúl Ramos Zavala, quien nació en Torreón, Coahuila, el 25 de octubre de 1947,
fue abatido por balas enemigas el 6 de febrero de 1972 en el Distrito Federal,
cuando apenas tenía 25 años. En el aniversario cincuenta de su sacrificio, esta
Cantata… nos aproxima a su memoria”.
En efecto, nos aproxima a la memoria de Ramos Zavala y simultáneamente a la reconstrucción de un pasado no tan lejano en el que México vivía una realidad
incomparable con la actual, dicho esto sin el ánimo de afirmar que hoy se ha
conseguido la configuración de una sociedad justa, más equitativa. En aquel
pasado no tan remoto, 1970, nuestro país se encontraba ya en las puertas de la
catástrofe económica; tendríamos pronto la primera gran devaluación de los
últimos cincuenta años y comenzaría una escalada de crisis cada vez más agudas.
Los sexenios de Echeverría, López Portillo y De la Madrid fueron el largo crack de un sistema ya podrido, pero
reacio a extinguirse. En el echeverriato, periodo que tenía el vidrioso
antecedente del sexenio que lo precedió, un sexenio caracterizado por luchas de
trabajadores y de estudiantes sofocadas a punta de bayoneta, se apuntaló la
maquinaria represiva ante las demandas populares, muchas de las cuales se
relacionaban con la exigencia de apertura política y procesos electorales confiables.
El régimen respondió a esto con más simulación democrática y persecución
cruenta a opositores. En un entorno así de hermético ante cualquier cambio, y
sobre todo porque el clima de época internacional no desdeñaba la posibilidad
de la vía armada como método de lucha, muchos jóvenes mexicanos siguieron el
camino de las armas. Ni así, ni ante la evidencia del colapso económico-político
que urgía la necesidad de cambios, el gobierno respondió con algo más que no
fuera violencia. Pronto llegarían el famoso “halconazo”, la “guerra sucia”, la
Brigada Blanca y, en suma, el esplendor del macartismo mexicano, así como la
aparición de sujetos como Miguel Nazar Haro y otros muchos perros de presa amaestrados
para vigilar y aplastar cualquier demanda que contradijera al régimen sobre
todo desde la izquierda. En América Latina cundían luchas populares
semejantes y, como respuesta, métodos análogos al mexicano para aniquilarlos,
como lo mostró el Plan Cóndor en el Cono Sur o la larga fila de brotes rebeldes
y represión en Centroamérica. Es de destacar que en todos los casos, como
denominador común, el poder hablaba de “conjura internacional” desestabilizadora, y nunca aceptó que las condiciones de explotación, miseria y clausura
del debate político locales eran las razones de fondo que impulsaban las réplicas
de los disidentes.
En tal ambiente creció y llegó a la mayoría de edad Raúl
Ramos Zavala. Había nacido, como ya quedó dicho hace dos párrafos, en 1947, en
Torreón, y fue hijo de Emilia Zavala, enfermera del IMSS. Saúl Rosales consigna
que Ramos Zavala estudió en la secundaria federal número 1, y que hizo la
carrera de economía en Monterrey, para luego residir en el Distrito Federal,
donde, entre otras actividades, trabajó en la UNAM. A partir de los datos
reunidos, no sin dificultad, por Saúl Rosales, sabemos que entre 1970 y 1971 se
incrementó la actividad político-organizativa de Ramos Zavala, quien viajó por
varios estados del país para tomar el pulso de la situación y pensar en un
camino para la izquierda ya radicalizada.
En su caso, y en el de muchos, el Jueves de Corpus fue un
parteaguas, pues ese día quedó claro que estaba cancelado todo diálogo con el
gobierno. Los medios de comunicación estaban obturados, la economía amenazaba
con desplomarse, las elecciones eran una farsa y el poder perseguía/torturaba/mataba
opositores políticos, todo lo cual preparó el escenario a la insurgencia que en
efecto se afianzó en el campo y comenzaba a aparecer cada vez con más fuerza en
las ciudades mediante su expresión de guerrilla urbana. Ramos Zavala fue uno de
los jóvenes que propuso seguir esta ruta, la de la lucha armada contra la
tiranía, la más peligrosa de todas en cualquier contexto político. “El proceso
revolucionario en México”, documento en el que planteó esto (“el tobogán de la
clandestinidad y la lucha armada”, subraya el autor), es considerado base para
el surgimiento, en 1973, de la Liga Comunista 23 de Septiembre.
Cantata… es, por todo, un
primer acercamiento en libro a la vida de un joven representativo de la
izquierda mexicana de los sesenta y setenta: el lagunero Raúl Ramos Zavala.
Comarca Lagunera, a 3 de febrero de 2022
Texto leído en la presentación de Cantata por Raúl Ramos Zavala. Polifonía para un héroe comunista celebrada en el Teatro Alfonso Garibay el 3 de febrero de 2022; el libro está disponible en El Astillero Librería, Morelos entre Leona Vicario e Ildefonso Fuentes, Torreón.