Cierto que todavía está lejos de haber perdido el enorme
capital simbólico que le fue dado en las urnas, pero creo que AMLO y su equipo
deben atender mejor, como en los diques, las zonas fisuradas así sea levemente.
A cuatro meses de gobierno ya hay grietas y una crítica que no cederá ante los
errores grandes ni pequeños. No me refiero aquí a las lecturas desde siempre
negativas de sus “adversarios”, legítimas como lo fueron, en otro momento, las
enderezadas por sus adictos contra lo que genéricamente fue etiquetado como
“mafia del poder”. Es, pues, obvio que las andanadas le granicen desde todos
los espacios y a propósito de cualquier tema, con o sin humor, sensatas o
grotescas. Los temas de la guardia nacional, del nuevo aeropuerto y del tren
maya, enormes en términos de importancia, eran pasto suficiente para que
brillaran todos los colmillos en la acera contraria. No ha sido necesario,
entonces, crear más pistas en el circo, es decir, abrir trincheras para batalla
innecesarias.
No sé si sea una táctica o qué, pero eso de encabezar la
agenda periodística sí o sí terminará por derivar en el hartazgo, en el
desgaste semántico que produce todo mensaje reiterado. Si el ejercicio del
poder genera, per se, desgaste, no
veo pertinente que se añadan combates y métodos que a simple vista dan la
impresión de ser ociosos, sacados de una chistera poco práctica. Pienso por
ejemplo en la exposición sobre la cuenca lechera. Al oír el hilo de ese
discurso percibo que nació en ese momento para, de botepronto, ofrecer a
Tabasco una cuenca lechera y desaparecer la lagunera más allá de los miles y
miles de asegunes que todo gran proyecto implica. No tenía caso decir eso, así
como no tiene caso enunciar decenas de palabras en las mañaneras o exponerse en
aeropuertos a reclamos individuales que luego son carne de meme.
En este último caso, está bien la austeridad, no desplegar,
por ejemplo, la onerosa movilización de una aeronave descomunal para cada viaje
a la provincia, pero creo que nadie vería mal el uso de un avión pequeño y no
ostentoso. Eso no sólo agilizaría los desplazamientos del presidente, sino que
le evitaría gritos, demandas y solicitud de selfies
que hacen poco ejecutivo al Ejecutivo, quien lo es para encauzar las líneas
generales de un gobierno y un país, no para escuchar felicitaciones y reclamos
personales en pasillos públicos.
Igualmente, las “mañaneras” son necesarias, pues veníamos de
la opacidad total. Sin embargo, hay demasiado tiempo invertido en declaraciones
que no vienen a cuento. En fin. Ojalá AMLO arrumbe pronto lo accesorio y
enfoque sólo lo central. Tiene sobrado tiempo para corregir.