miércoles, diciembre 19, 2018

Fisiología de la belleza




















Con frecuencia leo dictámenes catastrofistas en los que se nos revela una verdad que en tales juicios suena a dogma: la literatura mexicana está muerta, todo lo que se publica es basura o casi eso. Es innegable que el riesgo de publicar mucho desde el trampolín de sellos públicos y privados, y peor de autoplublicar, conlleva el riesgo de poner en contaminante circulación libros efímeros, pero también es un hecho que no todo es desastre; a veces, entre la turbamulta editorial, aparecen libros cuyo mérito no debe pasar inadvertido. Traigo un ejemplo: Fisiología del olvido (Fondo Editorial del Estado de México, Toluca, 2018, 138 pp.), de Omar Nieto.
Seguramente exagero, pero si este solo libro representara al cuento mexicano en 2018, no haría mal papel. Su autor ha logrado en él páginas memorables, ingeniosas y bellamente escritas, todas cruzadas por el encanto del juego con la verdad y la ficción. Al leerlas sentimos asistir a un tipo de cuento poco ortodoxo, más cercano a la semblanza o la biografía que a la narración fantástica. Si pensamos en antecedentes de esta especie de relato, para mí es inevitable pensar, en términos de tono y procedimiento, en el Schwob de Vidas imaginarias, y de allí en su epígono más famoso, el Borges de Historia universal de la infamia; también, y sé que esta referencia es más distante, en el Juan Forn de Los viernes, las contratapas de Página 12 luego arracimadas en tres preciosos tomos publicados por Emecé. En México, los relatos de Nieto en algo podrían andar cerca de las estampas acuñadas por Gilberto Prado Galán en el Mapa del libro humano.
Lo que digo no lo digo para definir alguna influencia directa, sino para vislumbrar el territorio en el que podemos ubicar Fisiología del olvido. A caballo entonces entre el relato y el ensayo engañoso, Omar Nieto trabaja piezas con un estilo impecable, adecuado a sus temas: sobrio y poético a un tiempo, ajeno al patetismo pese a que sus historias muchas veces lo reclaman. Ahora bien, Fisiología... deja sentir dos zonas importantes en cuanto a la índole de sus relatos: la primera es ocupada por piezas del ya mencionado tono biográfico (“Fisiología de la epilepsia”, “Mary Shelley”, “John Faust”...) y la otra de rostro más fantasioso (“Romeo en Mantua”, “Thelesis”, “Aracne”, “El libro”...) y propicio para trabajar con alegorías sobre la belleza, el destino, la guerra, la fatalidad y otros.
Conservaré y recomiendo este libro singular, una prueba concreta de que la literatura mexicana sigue produciendo material harto estimable.