sábado, diciembre 01, 2018

Expectativas y temores













Hoy comienza un nuevo gobierno federal para nuestro país y, cómo es lógico, con esto se abre un arco pleno de expectativas y temores. Para muchos se trata no sólo de un cambio de corte, digamos, habitual, es decir, de un cambio de nombres en la cúpula del poder político y la cereza de un nuevo tlatoani a la punta de la prámide, sino de una mutación de régimen que en teoría viene a barrer con los vicios de la polaca a la mexicana.
Fui y soy de los que creen en la posibilidad de que, en efecto, haya cambios significativos en las reglas escritas y principalmente no escritas del quehacer político y económico del gobierno. Cómo los esperanzados con Fox en 2000, siento que hay una oportunidad propicia, dada la sanción del voto mayoritario, para impulsar una agenda en verdad renovadora, una agenda que mitigue la corrupción y la impunidad, que abata las cifras terribles de violencia, que en realidad vea por los pobres y reconfigure y dignifique los servicios de educación, salud y trabajo. Es mucho soñar, por supuesto,  dado que las malas prácticas están muy enquistadas en el ser del gobierno y constituyen rasgos que se reproducen por inercia, de ahí la necesidad de diseñar un plan de choque nada fácil, por otro lado, de poner en marcha. Ya se verá si AMLO es el líder político que necesita México en esta coyuntura o un mesías tropical que viene a repetir historias ya conocidas de podredumbre y saqueo.
El triunfo arrasador del morenismo no fue del todo una buena noticia para el hoy flamante gobierno. Al quedar EPN y su grupo en la periferia, hubo una especie de cesión del poder simbólico hacia AMLO, casi, pues, unas vacaciones anticipadas para Peña Nieto, lo que expuso y desgastó innecesariamente, durante cinco largos meses, al nuevo gobierno.  Hoy comienza la realidad de gobernar para AMLO y su equipo. Deseo que les vaya bien, pero ya sabemos que en materia de deseos sobre gobiernos entrantes más vale andar con tiento; la historia nos ha enseñado que las esperanzas ciudadanas pueden convertirse en catástrofes. Ojalá este no sea el caso.