Cuando la concentración
de la riqueza hace monstruosa la desigualdad y alienta el malestar social, los
gobiernos de derecha han encontrado una receta que bien podemos denominar mexicana: militarizar, sacar al ejército
a las calles y así contener —ya inhibiendo, ya actuando— las posibilidades de
protesta. En México, lo sabemos bien, este método fue impulsado en el amanecer
del sexenio calderonista que articuló, para justificarse, el relato de la
guerra contra la delincuencia, particularmente contra el narcotráfico; una de
las lecturas que se han impuesto sobre esa peculiar medida fue, sin embargo,
muy distinta: Felipe Calderón sacó militares a las calles porque temió, con justa
razón, que su precaria legitimidad fuera puesta en entredicho y más valía, para
él, tomar las debidas precauciones. En sus seis años de gobierno no se
obtuvieron los resultados que en teoría se iban a obtener simplemente porque no
era lo buscado. Al contrario, esos años estuvieron llenos de plomo y sangre, y casi
todo el país padeció los estropicios de la barbarie.
Luego, llegado el turno
de Peña Nieto, la militarización continuó en pie y el mapa de la violencia siguió
teñido de rojo: los muertos y los desaparecidos se cuentan hoy en cifras de
varios dígitos y es fecha que no acusan el menor asomo de decremento. En tal
escenario apareció la llamada Ley de Seguridad Interior, una ley que casi doce
años después legaliza la presencia militar en las calles más allá de las
funciones delimitadas por la Constitución. Si hacemos caso al discurso de López
Obrador, parece que dentro de unos meses la milicia volverá a los cuarteles y
el ataque a la delincuencia organizada se dará en el marco legal del que nunca
debió salir.
Pues bien, el modelo
mexicano está siendo habilitado ahora en países como Argentina, donde el
presidente Mauricio Macri ha decidido sacar al ejército a sus calles con la
excusa de una guerra contra la delincuencia. Lo curioso es que la iniciativa se
da cuando su modelo económico está a la puerta del colapso, cuando ya se
prefigura el aumento de la protesta social ante la evidente catástrofe de sus
políticas, todas antipopulares. Roberto Navarro, periodista, ha explicado que
la medida se debe a que ha terminado el blindaje mediático para Macri luego de
un escándalo por financiamiento irregular a su partido (Cambiemos), y El
Manifiesto Argentino, organización política, ha advertido “que
la injustificable e indefendible decisión de que las FFAA vuelvan a
intervenir en conflictos internos, pone en peligro la convivencia de la
sociedad y la paz de la República, constituyéndose en el más grave
atentado contra la democracia desde la caída de la dictadura”. Sea
como sea, el caso es que el peligroso modelo mexicano ya está siendo importado
en otros rumbos donde curiosamente la crisis económica justifica la protesta.