“Épico”
es un adjetivo que los jóvenes usan actualmente con perseverancia y
vacuidad. En sus tres primeras
acepciones el lexicón de la RAE le da estos significados: “Perteneciente o
relativo a la epopeya o a la poesía heroica”; “Dicho de un poeta: Cultivador de
la poesía épica” y “Propio y característico de la poesía épica, apto o
conveniente para ella. Estilo, talento, personaje épico”. En la cuarta
acepción, eso sí, plantea que se trata de un adjetivo ponderativo que significa
“Grandioso o fuera de lo común. Un esfuerzo épico. Una comilona épica”. Hoy, ya
lo insinué, tiende a ser usado coloquialmente para calificar algo “Grandioso o
fuera de lo común”, aunque lo adjetivado de esa forma sea cualquier hecho bobo.
El rollo es decir que ahora todo es “épico” casi con el sentido de que estuvo
“chido”.
La
épica, en cualquiera de los sentidos arriba mencionados, incluso en el tontolón
del habla juvenil, no se dio en la reciente captura del ex gobernador de
Veracruz. Las imágenes que todos pudimos ver no muestran un despliegue de
fuerzas especiales ni escondites secretos donde se ocultaba la presa. El estilo
antiguo de las capturas con producción televisiva ya está desacreditado, así
que en estos tiempos será difícil ver, oh viejas glorias de la pantalla chica,
operativos como el montado para echar el guante a la Quina o, mucho más cerca,
para rescatar a Romano o prender infinitamente al Chapo. Esta vez se impuso la
mesura: en un lujoso hotel de Guatemala, sin sobresaltos y pasando por el lobby como quien camina por la plaza,
Duarte de Ochoa avanza esposado junto a dos jóvenes policías, sube a una
camioneta, posa sonriente para los memes, y fin.
Parece
pues que estamos ante un nuevo paradigma de captura: el de Yarrington sin
imágenes y el de Duarte sin alharaca, como si el énfasis del ruido en los
operativos fuera un elemento que de antemano quedara desestimado porque asimismo de
antemano se sabe que despertará la suspicacia del respetable público. Quizá
tienen razón quienes bajaron el voltaje del morbo: ya nadie se traga las
acciones justiciaras de estilo Rambo y ahora, principalmente en el caso de
Duarte, lo importante no es la captura en sí, sino el uso político que se le va
a dar, como ya lo dejó ver, hace varias semanas y con pruebas irrefutables que
no probaron nada, Yunes, el nuevo peligro para Veracruz.