viernes, febrero 26, 2016

Apuntes para una biografía: puzzle del fantasma




















Además de papeles, fotos y otros documentos concretos o ahora digitales, lo que dejamos al partir —nuestra biografía— es una serie de imágenes que acaso logra perdurar en los otros, en quienes nos trataron para bien o para mal. Ese recuerdo, pesado y borroso a un tiempo, es precisamente el que sobrevive en quienes trabaron contacto con Edward Echenique, afantasmado “protagonista” de Apuntes para una biografía (Simurg, Buenos Aires, 2009, 186 pp.), novela de Alberto Ramponelli (Morón, Argentina, 1950-2016). Entrecomillé la palabra protagonista porque Echenique sólo aparece de carne y hueso en el primer capítulo, de manera que se trata de un personaje principal muy peculiar: habita todo el libro, pero en casi todas las páginas lo hace como sombra, la sombra que sobrevive en la memoria de quienes interactuaron con este “fantasma de fantasmas”.
Coordinador de talleres literarios desde 1985 hasta su fallecimiento, Ramponelli dirigió la revista literaria Otras Puertas (1993-1997), y entre otros libros publicó Desde el lado de allá (relatos, 1990), El último fuego (novela, 2001), Viene con la noche (novela, 2005), Una costumbre de Oceanía (relatos, 2006) y Crónicas del mal (relatos, 2014).
Apuntes para una biografía (premio Fondo Nacional de las Artes 2008 cuyo jurado —de lujo— estuvo integrado por Ana María Shua, Guillermo Martínez y Juan Martini) despliega con total solvencia los saberes no sólo literarios de Ramponelli, quien trabaja aquí con un discurso en el que lo político ocupa un lugar central. Pese a su brevedad y su aparente sencillez, es una novela compleja, una especie de puzzle en el que cada pieza añade un rasgo al nebuloso protagonista. Poco a poco, a medida que el relato avanza, va apareciendo la calaña total de Echenique, el programa de vida que se trazó y la manera en la que marcó a quienes trabaron diálogo con él.
Hijo de un diplomático argentino delegado en los Estados Unidos, Echenique radica también allá y se involucra en movimientos político-esotéricos que lo llevan a la cárcel. Gracias a la influencia de su padre logra salir de prisión, pero es deportado. La novela comienza aquí —estamos en los albores de la década de los setenta—, sobre el avión que lo lleva de regreso a la Argentina (por eso este primer capítulo tiene como título “La vuelta”). Durante ese largo vuelo cuenta con tiempo suficiente para pensar en su futuro: entonces desarrolla en su mente una idea que denomina, no sin egolatría, “la estrategia Echenique”. Al pisar el territorio de su patria, el protagonista pone manos a la obra.
A partir del capítulo II, y hasta el VIII, Ramponelli comienza la apuesta narrativa de Apuntes para una biografía: desvanecer, disolver, diluir la vida de Echenique en la de los personajes que estuvieron cerca de él mientras ponía en funcionamiento su “estrategia”. Así, capítulo tras capítulo vemos a Echenique, es cierto, pero en función de lo que acontece a los demás. En el presente del relato el protagonista acaba de morir. Quienes lo trataron —no todos— se enteran de su muerte por una minúscula nota perdida en algún diario, lo que apalanca y pone en movimiento el recuerdo. Por ejemplo, el ex militar del capítulo IV que toma un descanso en su nuevo trabajo de taxista y mientras hojea el periódico se topa con el apellido. Esa chispa proustiana sirve para llevarlo no tan nostálgicamente al sur de la Argentina, lugar donde tuvo que custodiar a un preso especial y misterioso, Echenique, recluido por un motivo igualmente misterioso. Más adelante, claro, sabremos la razón: Echenique fue chupado por una escuadra de milicos de alto rango que deseaba usarlo como instructor en materias esotéricas cuyo fin era establecer el Cuarto Reich en la Argentina. El secuestro de Echenique puso fin a su “estrategia” —una extraña ensalada de reconversión de la sociedad que tiene como objetivo “terminar con la dicotomía entre ciencia y espíritu”—  y provocó la desbandada de sus adictos, quienes por miedo se refugiaron donde pudieron, algunos incluso en Europa.
Así procede la novela: cada capítulo/biografía —la del ex militar, la de la novia, la del discípulo favorito…— va haciendo visible la excéntrica catadura de Echenique, personaje que adquiere entidad en el fragmento, sujeto armado en la imaginación del lector con base en la pedacería que lo alude gradualmente.
El capítulo XI, “Apuntes para una biografía”, constituye un mapa o resumen. El discípulo “favorito” de Echenique se entera por el diario de que el “gurú” ha muerto y desempolva los papeles que guardan sus lecciones. Mientras traza el borrador de un proyecto biográfico asistimos, como lectores, a un recorrido en sentido inverso: la pauta en embrión del capítulo nueve ya tuvo su realización en los capítulos precedentes. En otras palabras, ya habremos leído la "biografía" de Echenique cuando llegamos a su esbozo en el capítulo IX.
Esta novela de Alberto Ramponelli, narrada con prosa que jamás trastabilla —pues no es el “resultado azaroso de un incipiente narrador”, sino el “producto de un paciente orfebre-narrador”, como escribió Carlos Gazzera sobre El último fuego, otra novela de Ramponelli— recorre una época convulsa para la Argentina y constituye un ejemplo de pericia literaria en la que con fragmentos se articula una espléndida totalidad: el ambiente convulso, espeso de ideas contradictorias que atravesó los setenta argentinos.