A veces
muy a veces
casi nunca pero a veces
aquella mujer vuelve.
La miro igual
linda, evasiva, distante
con un mechón de pelo sobre la frente pequeñita
las manos anudadas
inmensa en la belleza de todo su silencio.
La noche, al lado
es una escenografía propicia
y entonces
luego de meses
me brotan aquellas palabras
las mismas de siempre
y ella dice no
lo lamento pero no
bajito
y me hundo
hasta llegar
sin prisa
luego de otras tantas derrotas
a este recuerdo
a esta cuartilla
nacida en el útero de aquella negación
de aquel deseo aniquilado
con dos letras.