miércoles, agosto 13, 2014

Teibolear o no teibolear, he ahí el dilema












Cuando estalla un petardo de ese tipo (son petardos, no bombas, y en el fondo no hacen nada) lo peculiar no es el escándalo en sí, sino las explicaciones ulteriores de sus protagonistas y la moraleja de la fábula. Me refiero al video que parece videoclip de Bandamax pero en realidad ilustra parte de lo ocurrido en una fiesta organizada por o para señalados panistas que luego de sus arduas labores se regalaron unos momentos de salaz (escribí “salaz”, no es errata) y esparcimiento.
Si usted no lo ha visto, no se pierde de nada. Sólo imagine un lujoso penthouse (escribí “penthouse” y eso me hizo recordar aquella magazine ya legendaria en el mundo de las pubertas manualidades) en el que unos pirruris otoñales interactúan amenamente con varias chicas superpoderosas, todas salvajemente gruperas. Uno de los comensales, el más animado, es Luis Alberto Villarreal, diputado federal panista que en el video se desenvuelve sobre la improvisada pista con unos pasos que le envidiaría el mismísimo Latin Lover en el certamen Bailando por un sueño. Villarreal abraza a una chamaca prominente sólo en términos corporales, y lo hace con un estilacho que delata miles de kilómetros de dancing club recorridos. Su compañera es la única identificada, aunque con un seudónimo: la llaman “Montana”, y es una beldad esculpida en laboratorio, de ésas que también mueven a sentir nostalgia por el glorioso Libro Vaquero.
Por allí, sentado en la mamalona terraza, anda también Martín López Cisneros, quien parece estar sólo al acecho de las chicas que quedan a su alcance para propinarles pellizquitos en la kardashiana retaguardia. Otro que se nota alegre, aunque sobrio, es Alejandro Zapata Perogordo: su diálogo con una de las acompañantes contratadas ex profeso para alegrar la difícil vida de los diputados parece desarrollarse casi diplomáticamente, aunque no falta que entre frase y frase comience cierto cachondeo preludial, anuncio de mejores lides.
Uno más, no legislador de nuestra hermosa república teibolera sino achichincle identificado como José Alfredo Labastida, entra al penthouse con dos chicas más, ambas con la misma catadura videorrolesca que ameniza con sus curvas el guateque. No podemos dejar de lado la mención al conjunto que interpreta melodías ad hoc, un tributo a Venus Rey, aquel cuasisempiterno líder sindical acuñador del dictum “La música viva siempre es mejor”.
Los diputados del blanquiazul y sus fieles colaboradores buscan un poco de relax en tal ambientazo. Es imposible saber, claro, si la sana diversión fue pagada con dinero de particulares o público, pero nunca falta que los receptores del mensaje maliciemos que gastos de dicha naturaleza han tenido como origen alguna caja chica gubernamental o en este caso legislativa.
El diputado Villarreal mandó una carta de risa loca a Reporte Índigo (medio que difundió el videclip); dice: “1.- Asistí como invitado a un evento privado, fuera de cualquier actividad relacionada con la reunión plenaria. 2.- El Grupo Parlamentario a mi cargo, no organizó dicho evento, por tanto, niego categóricamente que haya existido uso de recursos públicos para solventar tal evento, como se sugiere en la nota periodística. 3.- Ofrezco una disculpa a quienes haya lastimado mi participación en ese evento. Los hechos no reflejan mi trabajo y compromiso al frente del Grupo Parlamentario como Coordinador. Esta ha sido la Legislatura con mayores logros, que fueron construidos por el GPPAN”. No sé a ustedes, pero a mí me encanta el eufemismo “evento” metido tres veces con calzador en la explicación.
Al final, la moraleja: hoy no es suficiente con evitar recintos como el téibol u otros de semejante envergadura (sin albur). Con los celulares modernos el balconeo es ubicuo y llegó para quedarse.