En
mi reciente viaje a Parras me prometí una total, o casi total, desconexión de
mis actividades habituales. Esos cinco días estaban destinados por completo
para mis hijas, así que no cargué con la lap top, me quité el reloj de pulsera
y aunque cargué el celular me impuse el encargo de no echar un ojo al buzón del
correo electrónico, ni al blog ni a tuiter. Más: ni siquiera cargué un libro
para evitar que un pedazo de papel robara tiempo a mis pequeñas. La fórmula me
funcionó casi a la perfección: sólo leí links a notas periodísticas acarreadas
por tuiter y algunos mails que por supuesto no contesté. Creo no equivocarme si
afirmo que no tuve un solo sobresalto durante el viaje y todo transcurrió con
nirvánica tranquilidad.
Bueno,
también “casi”. Me sentía en la paz absoluta de aquel oasis cuando en una
heladería vi el instructivo que me inquietó. Parecido a los que nos indican qué
hacer en caso de incendio o sismo, éste lucía un encabezado peculiar: “Qué
hacer en caso de balacera”. Siempre he tratado de ser observador, y reparé en
el aviso porque jamás lo vi en negocios laguneros. Le hice una foto, claro, porque
me pareció extraño que en Parras, súmmum de sosegado aislamiento, se
aleccionara a los clientes sobre cómo reaccionar ante la contingencia del fuego
cruzado.
La
sintaxis del instructivo no era precisamente la de un estilista de la lengua
castellana, y los dibujos de señalética de alguna manera incurrían en cierto
humor involuntario, pero todo junto lograba el propósito de ayudarnos a
maniobrar en medio de los hipotéticos plomazos. Las indicaciones eran, obvio, sintéticas:
“1. Ante todo conserva la calma”, y aquí el monito de señalética que
simplemente nos mira de frente. “2. Tírate al piso y busca dónde resguardarte,
no te levantes rueda y arrástrate”, y aquí el monito en posición de gateo. “3. Utiliza
los muros de concreto y permanezca acostado, tranquilo(a) y lejos de ventanas”,
y aquí el monito recargado en una pared de ladrillo que al lado luce la imagen
de un estallido como de bomba. “4. En vehículo, agáchese y proteja con su
cuerpo a los menores, y evite salir huyendo a alta velocidad”, y aquí un mono
adulto y otro niño dentro de un coche”. “5. Resista la tentación de levantarse
o correr”, y aquí un monito corriendo dentro de un círculo atravesado con una raya
para indicar la restricción. “6. Evita ser un héroe, no confrontes a los
delincuentes”, y aquí el mismo círculo, la raya restrictiva y dentro las
siluetas de Batman y Robin. “7. No tome fotos ni trate videograbar la
situación”, igual, el círculo, la raya diagonal restrictiva y una cámara
fotográfica. “8. Sea paciente. Espere que la actividad cese por lo menos 20
minutos”, y aquí un monito de señalética haciendo yoga en la famosa posición de
loto.
Durante
el calderonato genocida e impune los laguneros padecimos balaceras un día sí y
otro también. Nunca, que yo recuerde, las autoridades federales responsables de
la violencia inducida y funcional al propósito intimidatorio del gobierno nos informaron
con claridad sobre nada. Ni sobre lo que estaba pasando ni sobre lo que
debíamos hacer en caso de balaceras. No le importaba.
Mejor
una mano anónima, con mala prosa y deficiente diseño gráfico, pero buena
voluntad, trató de orientarnos ante una realidad que en cualquier parte, hasta
en Parras, nos podía colocar en medio de ráfagas propiciadas por la
delincuencia de los delincuentes y la del gobierno, que fue y sigue siendo la
peor.