domingo, enero 08, 2012

Brillo de puñalada



Recuerden que en mi caso las cabras de la poesía siempre se largan, descarriadas, al monte de la narrativa. Hay algo, lo sé bien, de prosa —de prosaico— en mis versos, versos a los que les digo versos nomás por convención y para no alargarme en explicaciones que no vienen a cuento. El caso es que a veces me regresa el deseo permanentemente autosofocado de escribir con cierta intención “poética”, y lo dejo ser como quien siente inevitable una conducta anómala, algo similar a morderse las uñas o distraerse con películas bobas. Es esporádico, por fortuna, para evitarle frecuentes ingratitudes al lector que sí sabe lo que es bueno en materia de poemas. Vaya pues, sin más rodeos precautorios, este nuevo post; de antemano, mi gratitud a todos los contactos fecebookeros y tuiteros que tengan la bondad (o la maldad, no sé) de propalarlo.

Brillo de puñalada

La noche, hoy, huele a silencio
y nadie o casi nadie ríe como antes.

Como antes.
Qué extraño suena ese "como antes",
un "como antes" que teníamos en las manos hace poco
y extraviamos no sé si para siempre.

Risas apagadas, escondidas, ocultas,
son hoy las risas clandestinas de mi gente.

La Laguna desfiguró su rostro nocturno
fue desterrada la vida bajo la luna
y ahora son tumbas los rincones antes propicios al abrazo.

¿Dónde están, pregunto, las cantinuchas?
¿Dónde los lupanares?
¿Dónde los cuidacoches, los taxistas, las putas y el bailongo?
¿De qué viven hoy el vendedor de burros, el menudero,
el viejo ciego de los cigarros sueltos y los chicles?
¿Dónde están los meseros,
los niños fresas que para creerse machos requerían del téibol,
las chicas que sólo servían copas,
los sacaborrachos, las afanadoras de congal,
las madrotas hijas de su perra madre,
los mordelones de antes,
los boleros con playerita del PRI,
los músicos enguaripados y con tololoche a pata,
dónde están los miles de empleos que la miseria inventa
para ser un poco menos miseria?
¿Dónde se encuentra aquel infierno que no por ser infierno
dejaba de ser imprescindible y festivo para tantos?

La noche lagunera sangra
—le brilla una puñalada en la espalda—
y agoniza.