Sigo en la idea, y cada segundo me convenzo más sobre ello, de que la delincuencia organizada mejor organizada en este país lleno de delincuencia organizada y desorganizada es la que ejerce la banca (bueno, la banca, los políticos y en tercer lugar el narco). Es un problema delicadísimo, pues deja ganancias estratosféricas a un negocio encargado de saquear al país mediante la ruina de millones de mexicanos. Tal vez los legisladores vayan a ser maiceados a tiempo por quienes no desean que la avestruz (no la gallina) de los huevos de oro produzca menos, por lo que con mayor razón debemos insistir en la urgencia de replantear la relación de los bancos con su clientela. ¿Quién los dejó operar así? ¿Quién los vigila? ¿Quién vigila a los vigilantes? Las preguntas adquieren relevancia, sobre todo, a la luz de los datos que me aporta Heriberto Ramos, académico especializado en finanzas. Le pedí cifras sobre las ganancias de los bancos y del narco, y me ha respondido esto (sus fuentes fueron CNN Expansión y El Economista):
“Utilidades trimestrales de los Bancos en México (tercer trimestre 2008, según CNBV): 49,605 millones de pesos (3,394 millones de dólares al tipo de cambio, 13.35 pesos por dólar de hoy [11 de diciembre de 2008]). Es decir, los bancos mexicanos se embolsan utilidades anuales más o menos de 13,000 millones de dólares, de los cuales por lo menos el 35-40% son por ‘comisiones diversas’. La cartera de créditos (o sea el volumen de negocio) de los bancos en México a septiembre de 2008 vale 138,000 millones de dólares. Cálculos del CIDE (de Jorge Chabat, especialista en temas de narcotráfico) estiman que el volumen de negocio del narco en México vale entre 12,000 y 30,000 millones de dólares (entre un 8 o 17% del volumen del negocio bancario). En fin, son números, lo que sí es que tu intuición tiene un trasfondo de poderosa lógica: el dinero del narco ineludiblemente circula dentro del sistema financiero”.
Hasta allí los esclarecedores datos engarzados por un experto. La ganancia es legítima, vale aclarar, pero cuando esquilma, cuando despeluca (verbo que en México significa dejar en la calle a alguien), el Estado debe intervenir para frenar la voracidad que los particulares ejercen sobre el cliente. La posición de algunas organizaciones ya se ha dejado ver, pues en la semana que termina algunos diputados y senadores declararon sobre el asunto sin llegar, claro, a nada concreto hasta el momento. Una de esas organizaciones es el Grupo Político Colosio de Gómez Palacio. De tal agrupación recibí ayer un mail enviado al alimón por lo menos a cincuenta direcciones electrónicas tanto de medios de comunicación como de periodistas y políticos. Lo reproduzco sin tocar su irritada forma:
“Cuando la banca extranjera pudo entrar al paraíso bancario mexicano en el año dos mil, inmediatamente reclamaron su parte del botín. A eso venían, no a disparar el crédito y el desarrollo nacional. Así las corruptas autoridades de este económicamente vapuleado país de ciudadanos supermachos aguantan todo, permitieron la entrada a estos depredadores. Nos dejaron a su merced para saquearnos.
Con la estrategia de captar más incautos, estos ladrones se dieron cuenta del bajo número de tarjetas habientes que existían en el país, por lo que aceptaron la propuesta que les hizo el gobierno mexicano de abrir el crédito a sus usuarios, como haciéndole un favor.
Relamiéndose los bigotes, contestaron un sí como si estuvieran haciendo un gran sacrificio por lo que aceptaron abrir el crédito pero ellos pondrían las reglas, a lo que las ingenuas y corruptas autoridades aceptaron.
¿Que ocurrió? Arretacaron al país de tarjetas de crédito, tanto de bancos como de grandes almacenes de autoservicio como Walt Mart, casi obligando al ciudadano común y corriente a adquirirla. Y para que nadie se quede fuera de este ‘beneficio’, las envían por correo ya preaprobadas. Lo que significa que si a Usted le mandan una de estas tarjetas y se extravía en el camino y le llega a otra persona y la usa, Usted la paga. Efectivamente arrojaron tarjetas de crédito como volantes pero con una pequeña salvedad, que los intereses que cobran en México los incrementaron en porcentajes estratosféricos en relación a las que aplican en su país de origen.
Y si toda esta ignominia pareciera poco; además, altaneramente, sobrepasando y desafiando a las propias autoridades, crearon el Buró de Crédito, desde el cual, por la información privada que ahí se maneja, controlan y deciden la vida económica de los mexicanos, convirtiéndose en nuestros amos acreedores. Y que lo serán para siempre en virtud de que sus intereses están diseñados para ser impagables. Una nueva forma de esclavitud globalizada. Desde los bancos se invaden países, los ejércitos ya son obsoletos. Luego de que la ola de choque de la crisis norteamericana nos golpeara con un pequeño e insignificante ‘catarrito’, desnudó a México dejando sus vergüenzas financieras al descubierto con la espeluznante revelación de que casi el 80% de los mexicanos le debe a la banca usurera.
Pero eso no es todo, resulta que alguien en el Congreso de la Unión propuso una reforma de ley hacendaria para que se regulara toda esta desbocada actividad bancaria y obligarla a bajar los intereses y ponerle límite a su rapiña, parecía que por fin los diputados hacían su papel legislativo en pro del ciudadano. Pero, arránquese los pelos, nuestros corruptos diputados, volvieron a sucumbir a las pre$iones de los banqueros, sus captores y conquistadores, y la referida iniciativa, rápidamente la enviaron a la congeladora para analizarse inmediatamente que aterricen los marcianos en Cuencamé, Dgo.
Nos la volvieron ha hacer los burros diputados, aduciendo que no es tiempo de tal reforma hacendaria y que no es conveniente en este momento para modificar la actividad bancaria nacional, que nomás salgamos de la crisis ya veríamos. Claro que la crisis de Usted y mía no la de ellos que sólo engordan como marranos y se enriquecen desmesuradamente ante la vista atónita y expectante de la raza de bronce, cósmica y totonaca de los mexicanos, quienes ya demostraron en 1910 que si lo hartan, despiertan al México bronco. ¡Cuidado!”.
“Utilidades trimestrales de los Bancos en México (tercer trimestre 2008, según CNBV): 49,605 millones de pesos (3,394 millones de dólares al tipo de cambio, 13.35 pesos por dólar de hoy [11 de diciembre de 2008]). Es decir, los bancos mexicanos se embolsan utilidades anuales más o menos de 13,000 millones de dólares, de los cuales por lo menos el 35-40% son por ‘comisiones diversas’. La cartera de créditos (o sea el volumen de negocio) de los bancos en México a septiembre de 2008 vale 138,000 millones de dólares. Cálculos del CIDE (de Jorge Chabat, especialista en temas de narcotráfico) estiman que el volumen de negocio del narco en México vale entre 12,000 y 30,000 millones de dólares (entre un 8 o 17% del volumen del negocio bancario). En fin, son números, lo que sí es que tu intuición tiene un trasfondo de poderosa lógica: el dinero del narco ineludiblemente circula dentro del sistema financiero”.
Hasta allí los esclarecedores datos engarzados por un experto. La ganancia es legítima, vale aclarar, pero cuando esquilma, cuando despeluca (verbo que en México significa dejar en la calle a alguien), el Estado debe intervenir para frenar la voracidad que los particulares ejercen sobre el cliente. La posición de algunas organizaciones ya se ha dejado ver, pues en la semana que termina algunos diputados y senadores declararon sobre el asunto sin llegar, claro, a nada concreto hasta el momento. Una de esas organizaciones es el Grupo Político Colosio de Gómez Palacio. De tal agrupación recibí ayer un mail enviado al alimón por lo menos a cincuenta direcciones electrónicas tanto de medios de comunicación como de periodistas y políticos. Lo reproduzco sin tocar su irritada forma:
“Cuando la banca extranjera pudo entrar al paraíso bancario mexicano en el año dos mil, inmediatamente reclamaron su parte del botín. A eso venían, no a disparar el crédito y el desarrollo nacional. Así las corruptas autoridades de este económicamente vapuleado país de ciudadanos supermachos aguantan todo, permitieron la entrada a estos depredadores. Nos dejaron a su merced para saquearnos.
Con la estrategia de captar más incautos, estos ladrones se dieron cuenta del bajo número de tarjetas habientes que existían en el país, por lo que aceptaron la propuesta que les hizo el gobierno mexicano de abrir el crédito a sus usuarios, como haciéndole un favor.
Relamiéndose los bigotes, contestaron un sí como si estuvieran haciendo un gran sacrificio por lo que aceptaron abrir el crédito pero ellos pondrían las reglas, a lo que las ingenuas y corruptas autoridades aceptaron.
¿Que ocurrió? Arretacaron al país de tarjetas de crédito, tanto de bancos como de grandes almacenes de autoservicio como Walt Mart, casi obligando al ciudadano común y corriente a adquirirla. Y para que nadie se quede fuera de este ‘beneficio’, las envían por correo ya preaprobadas. Lo que significa que si a Usted le mandan una de estas tarjetas y se extravía en el camino y le llega a otra persona y la usa, Usted la paga. Efectivamente arrojaron tarjetas de crédito como volantes pero con una pequeña salvedad, que los intereses que cobran en México los incrementaron en porcentajes estratosféricos en relación a las que aplican en su país de origen.
Y si toda esta ignominia pareciera poco; además, altaneramente, sobrepasando y desafiando a las propias autoridades, crearon el Buró de Crédito, desde el cual, por la información privada que ahí se maneja, controlan y deciden la vida económica de los mexicanos, convirtiéndose en nuestros amos acreedores. Y que lo serán para siempre en virtud de que sus intereses están diseñados para ser impagables. Una nueva forma de esclavitud globalizada. Desde los bancos se invaden países, los ejércitos ya son obsoletos. Luego de que la ola de choque de la crisis norteamericana nos golpeara con un pequeño e insignificante ‘catarrito’, desnudó a México dejando sus vergüenzas financieras al descubierto con la espeluznante revelación de que casi el 80% de los mexicanos le debe a la banca usurera.
Pero eso no es todo, resulta que alguien en el Congreso de la Unión propuso una reforma de ley hacendaria para que se regulara toda esta desbocada actividad bancaria y obligarla a bajar los intereses y ponerle límite a su rapiña, parecía que por fin los diputados hacían su papel legislativo en pro del ciudadano. Pero, arránquese los pelos, nuestros corruptos diputados, volvieron a sucumbir a las pre$iones de los banqueros, sus captores y conquistadores, y la referida iniciativa, rápidamente la enviaron a la congeladora para analizarse inmediatamente que aterricen los marcianos en Cuencamé, Dgo.
Nos la volvieron ha hacer los burros diputados, aduciendo que no es tiempo de tal reforma hacendaria y que no es conveniente en este momento para modificar la actividad bancaria nacional, que nomás salgamos de la crisis ya veríamos. Claro que la crisis de Usted y mía no la de ellos que sólo engordan como marranos y se enriquecen desmesuradamente ante la vista atónita y expectante de la raza de bronce, cósmica y totonaca de los mexicanos, quienes ya demostraron en 1910 que si lo hartan, despiertan al México bronco. ¡Cuidado!”.