Uno de los libros imprescindibles de la crónica de Indias
es la Historia general de las cosas de la
Nueva España. Como sabemos, durante y poco después de la conquista se dio
una tremenda destrucción del patrimonio físico aborigen: fueron aniquilados edificios,
esculturas, códices, vestimenta, penachos y muchos otros objetos que de haber
sobrevivido harían infinitamente más grande el número de vestigios que hoy
podemos admirar en los museos. Por suerte, no todos los europeos recién
llegados compartían la actitud de bulldozer
Caterpillar. Otros hubo, como fray Bernardino de Sahagún, que trataron de
rescatar la cultura material e inmaterial del pueblo sometido y gracias a esto
tenemos hoy evidencias de una cultura que de cualquier modo no se borró del
todo tras la conquista.
Fray Bernardino (Sahagún, España, circa 1499-Tlatelolco, México, 1590) fue,
como se podrá notar en el paréntesis, un hombre longevo. Adhirió a la orden de
Francisco y desde su llegada a la Nueva España se topó con el imperativo de
profundizar hasta donde le durara la vida en el conocimiento de la cultura
mexicana, empezando por el dominio de la lengua, el náhuatl. Con pasión sin
orillas organizó la compilación de todo lo que fuera necesario para reconstruir
con palabras el mundo de los aztecas, su vida material y espiritual. Es
considerado, por esto, y mucho antes de que se inventara la antropología, el
primer antropólogo americano.
En México tenemos la suerte de que la Historia general… sea asequible en la edición
de Porrúa (colección Sepan cuantos… número 300). Tiene más de mil páginas y
casi puedo asegurar que no rebasa el costo de 200 pesos. Ahora bien, fuera de
estos datos superficiales y por tanto frívolos, lo que debe interesarnos es su
espléndido contenido. Gracias al trabajo del misionero franciscano y el
tremendo equipo que coordinó, tenemos, como ya dije, una espectacular
reproducción de “las cosas” de Nueva España. Sus páginas, por lo tanto, son un
pasaje obligado de todo mexicano que desee saber un poco más de la realidad que
encontraron los españoles poco antes, durante y poco después de la conquista.
Este libro está dividido en “Libros”. En el décimo, capítulo
I, Sahagún detiene su atención en las “cualidades y condiciones de las personas
conjuntas por parentesco”. Aseguro que no podríamos pasar por allí sin agrado
ante los meticulosos apuntes del observador. Transcribo a flashazos, y
recortados, algunos rasgos de los personajes centrales de la familia tradicional:
Padre. El padre es la primera raíz y cepa del parentesco.
La propiedad del buen padre es ser diligente y cuidadoso, que con su
perseverancia rija su casa y la sustente (…) La propiedad del mal padre es ser
perezoso, descuidado, ocioso…
Madre. La propiedad de la madre es tener hijos y darles
leche; la madre virtuosa es vigilante, ligera, veladora, solícita, congojosa;
cría a sus hijos, tiene continuo cuidado de ellos (…) La madre mala es boba,
necia, dormilona, perezosa, despreciadora, persona de mal recaudo…
Hijo virtuoso. El hijo bien acondicionado es obediente,
humilde, agradecido, reverente, imita a sus padres en las costumbres y en el
cuerpo; es semejante a su padre y a su madre.
Hijo vicioso. El mal hijo es travieso, rebelde o
desobediente, loco…
Hija virtuosa. [Es] virgen de verdad, nunca conocida de
varón; es obediente, recatada, entendida, hábil, gentil mujer, honrada,
acatada, bien criada, doctrinada…
Hija viciosa. La hija mala o bellaca es mala de su cuerpo,
disoluta, puta, pulida; anda pompeándose, atavíase curiosamente, anda
callejeando, desea el vicio de la carne (…) esta es su vida y su placer. Anda
hecha loca.
Sahagún lo recorre todo. Describe al panal humano por parentesco, clase y oficio, y su manera de anotar cuaja en dos sentidos: el que quiere presentarnos del mundo mexica y el que, sin querer, nos revela de su propia mentalidad de misionero español. Recomiendo que nos asomemos a la magnífica Historia general…