miércoles, septiembre 05, 2018

Las vocales de Óscar










Hace como tres años fui invitado al Encuentro Internacional de Escritores José Revueltas organizado en Durango y allí me tocó coincidir con Óscar de la Borbolla, también invitado. Mi mayor gusto fue que en una de las mesas finales participé junto con él, su esposa, Beatriz Escalante, y el maestro David Ojeda. Leímos obra personal, un fragmentito cada uno, como se estila en esos trotes, y aproveché mi turno para encaramar un elogio acaso destemplado, pero indiscutiblemente sincero, a De la Borbolla. Lo hice porque en realidad lo admiro (creo que él y Enrique Serna son de lo mejor que tenemos y sin embargo no les apuntan los reflectores que merecen) y porque siempre quise decir en público lo que dije en aquel momento: que Ó de la B es de los pocos seres humanos que han escrito un libro inimitable, un experimento literario que nadie jamás podrá emular sin ser ostensiblemente comparado con el original.
Me refería a Las vocales malditas, cuya primera edición tengo y leí, hace ya décadas, con un estupor que permanece invicto hasta la fecha. Años después, cuando trabé amistad con el crítico argentino David Lagmanovich, vi que uno de sus ensayos se refería a De la Borbolla y a Héctor Libertella como dos escritores latinoamericanos “raros”, de esos que dan la impresión de ser inclasificables. David tuvo razón, y para probarlo sin dejar sitio al debate allí está Las vocales malditas, conjunto de cinco relatos en el que cada uno sólo apela a una vocal. Así desde los títulos: con la “a”, “Cantata a Satanás”; con la “e”, “El hereje rebelde”; con la “i”, “Mimí sin bikini”; con la “o”, “Los locos somos otro cosmos”; y con la “u”, “Un gurú vudú”.
Como es previsible, los cuentos de la “i” y la “u” no son tan eficaces, pero los de las vocales abiertas (a, e, o) son portentosos juguetes narrativos. El que más me gusta, lo repito cada que abordo el tema para invitar a su lectura, es el de la “o”. Termino este apunte con un fragmento, pues nada mejor que el ejemplo in situ de la que vengo ponderando: que Ó de la B es uno de nuestros mejores escritores y merece ser más leído. Va aquí el arranque de “Los locos somos otro cosmos”:
“Otto colocó los shocks. Rodolfo mostró los ojos con horror: dos globos rojos, torvos, con poco fósforo como bolsos fofos; combó los hombros, sollozó: ‘No doctor, no... loco no...’ Sor Socorro lo frotó con yodo: ‘Pon flojos los codos —rogó—, ponlos como yo. Nosotros no somos ogros’. Sor Flor tomó los mohosos polos color corcho ocroso; con gozo comprobó los shocks con los focos: los tronó, brotó polvo con ozono. Rodolfo oró, lloró con dolor: ‘No, doctor Otto, shocks no...’ Sor Socorro con monótono rostro colocó los pomos: ocho con formol, dos con bromo, otros con cloro. Rodolfo los nombró doctos, colosos, con dolorosos tonos los honró. Como no los colmó, los provocó: ‘Son sólo orcos, zorros, lobos. ¡Monos roñosos!’ Sor Flor, con frondoso dorso, lo tomó por los hombros; sor Socorro lo coronó como robot con hosco gorro con plomos. Rodolfo con fogoso horror dobló los codos, forzó todos los poros, chocó con los pomos, los volcó; soltó tosco trompón, sor Socorro rodó como tronco…”.