Me
asomé a ratos por la vía internética al relato de Televisa en el Colegio Enrique
Rébsamen. Hasta muy tarde advertí, gracias a parientes y amigos, que ese reality montado por la televisora de
Emilio Azcárraga tenía al país en suspenso y acusaba una crecida de su rating como no la veía en muchos años.
Una reportera con acento más fresa que el de Paulina Rubio, lo cual es mucho
decir, describía paso a paso las operaciones de rescate que realizaban decenas
de militares con el fin de salvar, se dijo en las primeras horas, a una niña;
luego, ya en la noche, a “Frida Sofía” sin apellidos. Junto a la reportera
estuvo varias horas el secretario de Educación; daba fe, como interventor de
Gobernación en concurso de Chabelo, de que todo se llevara a cabo sin dilación
y con extremo cuidado.
Se
habla hoy de excesos informativos, de melodramatismo artificioso, de mucha
crema telenovelesca a unos tacos que no la requerían, pues la situación era
trágica per se y no era menester
cargarle tintas histriónicas. Lo primero que faltó en Televisa fue un Jacobo Zabludovsky,
quien más allá de su catadura moral fue un periodista con tal dominio de la
profesión que en el 85 hizo quizá lo mejor que se le recuerda: la sobria crónica
del terremoto articulada por teléfono desde su coche. Ahora, al contrario, ni
la reportera colocada in situ ni los
comentaristas en el estudio parecieron estar a la altura de la desgracia.
Estaban tan emocionados (no sabemos si real o embusteramente) que en
determinado momento de la tarde, cuando el rescate ya llevaba como cinco o seis
horas de fatigosas maniobras y especulaciones, los periodistas hablaban del
colegio como “sitio emblemático de la tragedia”, como punto de referencia
obligado para recordar en el futuro el nuevo 19 de septiembre, algo así como el
Hotel Regis versión 2017.
El
martes 19 me fui a dormir luego de la entrevista al secretario Nuño, quien
declaró (enunciando ochenta veces el adverbio “eventualmente”) que no habían
tenido contacto con los padres de la hipotética niña atrapada en el derrumbe.
Eso me movió a duda. ¿Cómo, un secretario federal que no tiene noticias de los parientes
de una niña cuyo rescate tiene pasmado al país? En fin, dormí. A la mañana
siguiente desayuné con la guerrita de declaraciones entre Televisa y la
Secretaría de Marina. ¿Quién le metió gol a quién? Ya no lo sabremos con
precisión, pero para el público fue un fraude, una vulgar telenovela en medio
del desastre real.