miércoles, septiembre 27, 2017

Antes, no durante ni después














Los cataclismos provocados por la naturaleza son imprevisibles y seguirán su marcha inconmovible hacia nosotros. Hoy mismo se puede asegurar, por ello, que en cualquier semana del futuro sobrevendrá, aquí o en cualquier parte, un terremoto, un huracán, un tsunami, una sequía, lo que sea. No hay poder humano que pueda detener eso, así que junto con la resignación ante las azarosas hecatombes debemos articular una política de previsión y de alerta permanentes.
Lo que vimos después de los sismos recientes ha dejado al descubierto nuestra vulnerabilidad. Todavía no somos capaces de responder con total eficacia a esos siniestros y quizá nunca lo seamos, pues si algo tienen los terremotos es una capacidad destructiva que queda lejos de la fuerza del hombre para defenderse ante ellos. Frente a un movimiento telúrico de grandes dimensiones, el daño es inevitable.
De lo que se trata entonces es de responder en los tres momentos implicados en toda línea del tiempo: antes, durante y después. Todo lo que se haga en esas tres etapas es crucial para salvar vidas humanas y bienes materiales. Las fallas en cualquiera de tales momentos, por el contrario, derivarán en el agrandamiento de las tragedias.
Mientras ocurría el terremoto del 19 sabemos que funcionó la señal de alarma y se dio una evacuación mayoritaria. Los simulacros han servido mucho para lograr esa respuesta inmediata de la gente. Luego, tras el fin del sismo, la generosa acción de la ciudadanía fue espontánea e inmediata, y hasta la fecha sigue allí. Lo que ha quedado al descubierto, sin embargo, es la falta de una rigurosa supervisión de las autoridades a los edificios y junto con esto una permanente fiscalización a los mecanismos de respuesta evacuatoria sobre todo en los lugares concurridos como escuelas, edificios públicos y multifamiliares.
El caso del colegio Rébsamen es una muestra palpable de dicho descontrol. Según las investigaciones más recientes, ese inmueble se convirtió en una trampa para quienes se encontraban allí durante el terremoto. Unas puertas de salida funcionaron con lentitud y otras estaban bloqueadas, de manera que en el lugar se perdieron segundos valiosísimos para salvar vidas.
Una escalera en buen estado, una puerta despejada, una señal visible son fundamentales mientras dura un temblor. Todo eso debe ser auscultado con lupa antes, no durante ni después.