“Se
define barrena como pérdida prolongada, en la cual el avión cae en
una posición de morro bajo describiendo una trayectoria helicoidal (como un
sacacorchos) alrededor de su eje vertical. Esta situación también se conoce
como autorrotación. Es una maniobra peligrosa si se hace a poca altura
debido a la mayor o menor dificultad de salir de ella (dificultad que depende
básicamente del tipo de avión y del ángulo de su eje longitudinal respecto al
horizonte)”, expresado así, al modo de Wikipedia, el texto es algo complicado
para quienes no nos movemos en el ámbito de la física o, más precisamente, de
la aeronáutica. Lo que describe es la caída en picada de un avión, tal y como
está cayendo nuestro país desde hace varios años.
Antes
no advertíamos tanto este descenso porque, como lo observa la explicación
técnica, el desplazamiento en caída libre es más peligroso en la medida en la
que nos aproximamos al suelo. Hace algunos años ya avanzábamos en dirección al
desastre, pero de una u otra forma sospechábamos que todavía había tiempo para
reaccionar, para elevar la nave. Sin embargo, nada, absolutamente nada (ni con
Salinas, ni con Zedillo, ni con Fox, ni con Calderón) indicaba que el destino
de la nave fuera otro que el choque con el horizonte; hoy entonces, en los también
pavorosos años de Enrique Peña Nieto, la certeza del impacto está cada vez más
cerca.
Disculpen
la metáfora aeroespacial, pero de momento no se me ocurre otra para imaginar la
trayectoria del país. Está en caída libre y sin piloto en los comandos, si
señales provenientes de la torre de control y además, por si fuera poco,
amenazado por un gigantesco cazabombardero con matrícula norteamericana. Los
pasajeros, por eso, estamos en vilo, viendo con vértigo que el relamido piloto
nos tira choros tranquilizadores mientras sentimos el vértigo del desplome.
Sin
dejar de señalarlo con incertidumbre, muchos analistas en medios de todos los
pelajes apuntan, ahora sí, que queda poco margen de maniobra, que el país ya no
está lejos del colapso y que por tanto es imperativo hacer algo. El problema es
cómo dar ese viraje, cómo escapar de la coyuntura en la que nos han metido
varios gobiernos hasta llegar, para colmo, a uno particular, apabullantemente
inepto: el actual.