miércoles, julio 06, 2016

Diez años con blog













Hago un breve alto en los relatos que decidí publicar este año para ver qué se siente armar un libro a medida que camina la columna. El motivo de la pausa es celebrar casi íntimamente, sin champaña pero con alegría, que el blog Ruta Norte Laguna cumple hoy su primera década de vida. Lo abrí, en efecto, en un momento en el que los blogs estaban comenzando su decadencia como espacios de moda en la web pues ya venía en camino el reinado, hoy plenamente visible, de las redes sociales.
Recuerdo que la primera vez que oí hablar de los blogs fue más o menos en 2002 o 2003 gracias al escritor David Miklos, mi cuate hasta la fecha. Miklos me dijo que este sistema permitía abrir y sostener una especie de bitácora en tiempo real, que no tenía límite de espacio si uno quería escribir mucho allí y que contaba con otras ventajas, como admitir imágenes, fechar automáticamente cada entrada (o "post", en el argot bloguero) y en crear un archivo mundialmente visible de todo lo que uno quisiera trepar. Por supuesto, como me ocurre siempre dado mi natural lento para congeniar con las novedades, no abrí el blog de inmediato. De hecho, dejé pasar varios meses, incluso años, antes de animarme a probar suerte. En realidad no le vi gracia. Pensaba que con una página web de hosting gratuito era suficiente, y yo ya tenía una de aquellas horrendas elaboradas con Front Page, precarias en megas de hospedaje que ofrecía la, por suerte, hoy desaparecida Geocities. 
Llegó entonces el 6 de julio de 2006, y con ese día el desvergonzado fraude electoral perpetrado por Fox no por amor al beodo candidato del PAN, sino por odio a López Obrador. La noche del cómputo fue un dechado de cinismo que con un porcentaje inventado y minúsculo dio como supuesto resultado veraz lo que ya sabemos: la imposición de un sujeto que luego vendría a bañarnos en sangre con una "guerra" que obviamente no resolvió nada y sólo sirvió para lo que sirvió: militarizar la realidad con el fin de inhibir inquietudes políticas en un país que quedó políticamente fracturado luego de los comicios.
El 6, pues, abrí el blog para opinar sin límite de espacio ni de tiempo sobre lo que se me cantara, como dicen los argentinos. Fue útil para eso, pero no sólo. En las primeras semanas advertí que en efecto el blog me permitía almacenar todo, absolutamente todo lo que iba publicando en diarios y revistas. La literatura, es decir, mis cuentos y eso, lo dejé para habitar en libros. Los maquinazos de la prensa, todo lo que escribo sobre las rodillas porque así es escribir para la prensa, tuvo en el blog un acomodo inmejorable. De vez en cuando ocurría (aunque parezca increíble) que algún lector me preguntaba sobre un texto viejo. Antes le pedía su mail y le enviaba el documento de Word. Ya con el blog eso cambió: simplemente le mandaba el enlace o le decía "está en mi blog". Este espacio me sirvió pues, y me sirve todavía, como depósito, como archivo, como pequeño escaparate, y con tal uso me he dado por satisfecho.
Que ya nadie lee blogs, dicen. Que son mastodontes aburridos en el universo fecebookero y tuitero, agregan. Quizá tienen razón quienes así los describen. Yo, sin embargo, ya dije para qué lo quiero (como depósito) y no sé cómo ni exactamente por qué he tenido disciplina para no dejarlo morir, pues prácticamente no ha pasado semana desde 2006 en la que no le suba dos, tres, cuatro textos. Hoy cumple pues diez años, tiene cerca de medio millón de visitas de México, Estados Unidos, Argentina, Alemania y Rusia principalmente, dos mil posts y, calculo, más de seis mil cuartillas que me contentan porque al menos muestran que en esto, sólo en esto, sí he tenido perseverancia.
Donde sea, como sea, seguiré alimentando el ya casi obsoleto blog Ruta Norte Laguna. Me lo prometo aquí, a punto de aterrizar en Bogotá y escribiendo a las carreras en la incomodidad del celular que tampoco se raja aunque también ya sea viejito.