El escritor y editor Marciál Fernández publicó este cebollazo sobre Ruta Norte en su columna de El Economista (17 de julio de 2016). Lo reproduzco aquí con impudicia y reiterado agradecimiento:
Ruta Norte Laguna
Marcial Fernández
Jaime Muñoz Vargas (Gómez
Palacio, Durango, 1964) es un autor todo terreno. Lo mismo escribe poesía que
novela, microficción que periodismo, ensayo que biografía, etcétera, y su
cuentística se caracteriza por ser una de la más interesantes y variadas de
México.
Hará cosa de seis o siete
años Vicente Alfonso me recomendó para publicar a un autor del norte, amigo
suyo, del que decía maravillas. Le respondí que me interesaba conocer su obra y
me mandó un libro inédito que, por exceso de trabajo, se fue al final de la
lista de maquinescritos por dictaminar.
Un año después, Chema
Espinasa, editor de Ediciones sin Nombre, me regaló Leyenda Morgan (cinco casos
de sensacional policiaco), de Jaime Muñoz Vargas, quien con dicho trabajo había
ganado el Premio Nacional de Cuentos San Luis Potosí, y, de pronto, me vi
escribiendo y publicando que tal libro invitaba a pensar en un autor con un
estilo definido, un cuentista duro, directo y que no da pie a dobles lecturas.
Agregaba: las historias que
cuenta, en las que el antihéroe es un policía judicial de nombre Primitivo
Machuca Morales, Teniente Morgan, se antojan como una radiografía de la vida
delincuencial y de los bajos fondos en una ciudad del interior de México, ello
en una época apenas anterior a la guerra que Felipe Calderón iniciara contra el
crimen organizado.
Concluía: muy bien escrito
—caso raro en estos tiempos en el que todo se justifica gracias a un
posmodernismo trasnochado—, los cuentos de Leyenda Morgan contienen el
ingrediente más valorado del género negro: mantener la tensión en la trama, esa
intriga que poco a poco va creciendo hasta formular un remate que, por lo
general, es sorpresivo, y lo es no por una vuelta de tuerca en cada uno de los
relatos, sino por la misma coherencia interna de los personajes que participan
en tal o cual asesinato.
Una vez publicada la
reseña, me encontré a Vicente Alfonso, quien me comentó que el tal Jaime Muñoz
Vargas que tanto me había gustado era el mismo cuentista que me recomendó un
año atrás y cuyo inédito yo aún no leía. Me adentré entonces en Las manos del
tahúr, cuyo registro literario es absolutamente distinto a Leyenda Morgan,
pero, como éste, sus cuentos son contundentes y el supuesto azar es guiado por
un intelecto fiero, cruel, nada complaciente y certero en cuanto a sus finales.
Tras la lectura, me puse en
contacto con Jaime y el libro salió publicado en poco tiempo, primero, en
soporte de papel y, después, en formato de e-book. Pero por una razón u otra
nunca lo presentamos. Es más, apenas conocí personalmente a su autor hace dos
años, en un festival de literatura de Durango en el que coincidimos. Y no,
tampoco nos volvimos grandes amigos, apenas si charlamos para hacernos una foto
y subirla a Facebook.
Desde entonces, sin
embargo, me volví lector de cuanto escribía en su blog, Ruta Norte Laguna, que
en estos días celebra una década de existencia y en el que recientemente Jaime
publica de manera semanal un cuento de un solo párrafo con un alarde de técnica
asombrosa, de ésa que es invisible para los lectores que sólo disfrutan lo bien
contado de cada cuento.
Busquen y lean alguno de
sus libros o su blog, no se arrepentirán.
Nota: la foto que adereza el post me la tomó mi hija mayor en una calle de Buenos Aires (agosto de 2011). Aunque lo parezcan, las botellas no eran mías.