Recién, el 24 de diciembre, cayó en mis manos El interés más sincero, noventa pretextos para iniciar una conversación,
de Heriberto Ramos Hernández. Tuve la fortuna de escribir para sus páginas unas
palabras liminares, y son éstas:
Heriberto Ramos Hernández es mi amigo. No de esos
amigos que llegan una vez e intercambian dos o tres chistes, dos o tres
confidencias o dos o tres cervezas para luego esfumarse, sino de aquellos que aparecen
para permanecer en el afecto, para proseguir en la cercanía de esa serena y
generosa conversación que es, o debe ser, la amistad.
Desde mis primeros diálogos con él noté lo obvio y por lo tanto
inevitable: provenimos de una misma generación y por ello compartimos la misma
educación sentimental, las mismas canciones, el mismo cine, incluso la misma
ramplona televisión, pero pertenecemos a dos ámbitos profesionales distantes;
no hay entre lo suyo y lo mío, entonces, muchos puntos de contacto. Lo natural
hubiera sido, por ello, enmudecer en una mesa de café o en la sobremesa de
alguna fiesta, y no fue el caso. Heriberto, hombre de intereses misceláneos,
supo colocar su charla en un punto para mí adecuado, el de la literatura y la
política, de manera que en lugar del mutismo logramos establecer un ping-pong
de ideas enriquecedor, ya que él no es sólo un tipo que-sabe-mucho, sino
algo más importante: es un hombre que reflexiona mucho y con innegable
profundidad, que bucea sin miedo en su interior y de tal pesquisa siempre
obtiene ideas distintas, enfoques novedosos, puntos de vista que aclaran un
concepto o van más allá de lo habitual, tanto que echan por tierra lugares
comunes tenidos habitual y erróneamente como certezas, como duras y bien
galvanizadas opiniones.
El interés más sincero, noventa pretextos para
iniciar una conversación
es una evidencia de los saberes múltiples que carga Heriberto en el carcaj.
Lector tan voraz como cuidadoso del detalle, del renglón, de la palabra y sus
ingrávidas sutilezas, este lagunero es un buen ejemplo de que nada estorba a la
hora de pensar. Los libros, es cierto, son frecuente catapulta de sus
indagaciones, pero no es menos cierto que una canción popular, una película, un
programa de televisión, una foto, una nostalgia, la sobremesa con su esposa y
con su hijo, el diálogo con un jardinero, cualquier recuerdo y todo lo que
rodea esto que llamamos vida detonan en él un parecer gratamente dicho y,
mejor, lúcidamente angulado.
Las páginas que vienen a continuación no ocultan su matriz
periodística, pero en su momento, cuando las piezas aquí reunidas fueron
artículos semanales, no se atuvieron a la relampagueante coyuntura ni se
tragaron la gambeta del ruido mediático. Antes bien nacieron con un extraño
ánimo de ser útiles más allá del diario, de orientar hacia libros e ideas que
en efecto sirvieron ayer y pueden servir hoy a quien las lea. Experto en lo
suyo —las finanzas, las inversiones, la economía y sus, para muchos, esotéricos
flecos—, Heriberto ha logrado atravesar por su experiencia profesional y sus
lecturas para condensar en animados textos lo que para tantos es opacidad,
confusión y a veces pleno misterio. No dudo que sus consejos, sus aerodinámicas
conclusiones y su galería de buenas fuentes disuelvan dudas al lector poco
avisado en estos temas y de paso acerquen, si fuera el caso, la simpatía del
conocedor, su homólogo.
Los noventa artículos que pueblan estas páginas
fueron en un primer momento preparados para la prensa lagunera. Heriberto los
publicó semanalmente en su espacio del diario Milenio Laguna, y algunos
aparecieron además en otros medios impresos como la revista Expansión.
Al volver las hojas de El interés más sincero veo
en suma al amigo con el que he conversado, al Heriberto que me ha convidado ya
tantas veces al amable flujo de su charla. Es difícil explicar lo que
consideramos esencial, y una personalidad lo es. La de Heriberto es respetuosa,
cordial, solidaria, optimista, luchona, como decimos por acá. Jamás lo
he visto airado, jamás he oído de él una palabra de quejumbre y desaliento,
jamás le he percibido mala leche contra nadie, ni siquiera contra quienes la
merecen, aunque sí rabia ante la injusticia y puntiagudo sarcasmo ante los
brutos que la ejercen. Creo que si lo miramos con atención —en el fondo y como
quería Montaigne para sus Ensayos—, él, Heriberto, es el tema de este
libro.
Accedamos pues al espíritu que guardan estas páginas. Dialoguemos con
los noventa pretextos de Heriberto Ramos Hernández e iniciemos con ellos alguna
conversación.
Comarca Lagunera, 15, septiembre y 2015
Nota: El interés más sincero. Noventa pretextos para iniciar una conversación (Interamericana, Torreón, 2015, 262 pp.) es asequible en la librería El Astillero (Morelos 567 poniente, Torreón).
Nota: El interés más sincero. Noventa pretextos para iniciar una conversación (Interamericana, Torreón, 2015, 262 pp.) es asequible en la librería El Astillero (Morelos 567 poniente, Torreón).