miércoles, diciembre 16, 2015

Nuevo compendio alburológico
























¡Chiquita y no te la acabas! Guía práctica del albur fue publicado este año con el sello de Cinar Ediciones S.A. de C.V. Su autor es Martín Durán, de quien la solapa nos informa que nació en el DF hacia 1972 y ha sido bajista en grupos como Monocordio, El Palomazo Informativo y Mantarraya. Además, que ha operado como guionista radiofónico, columnista y actor de “nivel (secundario)”; también que le ha hecho al ingeniero de audio para Santa Sabina, Julieta Venegas y Ely Guerra. La segunda solapa observa que “Se considera a sí mismo un soñador porque necesita por lo menos doce horas de descanso para sentirse más o menos en onda”. Asimismo, apunta que “es la única persona viva conocida que ha escrito más libros de los que ha leído”.
Como podemos apreciar, las solapas anuncian el tono jocoso que los lectores hallaremos en un libro dedicado al tema de la jocosidad en este caso envasado en frases con doble sentido, en los llamados albures que se han convertido desde hace décadas en un divertimento habitual sobre todo entre los hombres nacidos aquende nuestras fronteras.
Tengo para mí que la cultura del albur es chilanga, y que desde allí, gracias a los medios de comunicación, pasó a simpatizar a todos los mexicanos que en el relajo cotidiano juegan y quieren humillar risueñamente a sus cercanos. No digo nada nuevo. Igual, que en el albur, para que lo sea, siempre deberá estar presente, de manera alusiva, el falo y todos los orificios que en el ser humano hay. No por otra razón el albur, al ser del dominio casi exclusivo de los machos, se deja penetrar —dicho esto sin albur— por insinuaciones homosexuales, es decir, en él gana el macho que se coloca como activo frente al vencido que para serlo debe quedar en una posición pasiva, todo esto, por supuesto, en freudiano sentido figurado.
El lagunero Gilberto Prado Galán colabora en el prólogo del libro, y luego de sus palabras nos internamos en las honduras del albur puesto en acción. Un poco como la Picardía mexicana de Armando Jiménez, su famosísimo predecesor, ¡Chiquita… avanza por secciones bien definidas: nombres impropios, lugares, medicinas, pájaros y chiles, flores y frutos, y al final una estancia dedicada a “oficios” armada con breves historietas espléndidamente dibujadas por Jorge Aviña.
No hay terreno para alburear en el breve espacio de esta columna. Sólo diré que es un libro ya reseñado muy elogiosamente por el gran escritor Agapito Veles Ovando oriundo de Tejeringo el Chico.