País
asombroso. Luego de no sé cuántas décadas en marcha decidida hacia el desastre,
cada día con peores indicadores en todo, los mexicanos volvemos al principio y
actuamos como si no pasara nada. Es, como dicen, un círculo vicioso: no pasa
nada porque no actuamos y no actuamos porque no pasa nada. Y aquí seguimos, de
vuelta a lo mismo aunque cada vez que volvemos quedemos en peores
circunstancias. Es increíble.
Con
el voto duro en las manos, sumado al voto movilizado con dádivas y al no -voto
del abstencionismo y ahora también del anulado, ni un pelo se le mueve a la
realidad poselectoral. Si acaso, algunos leves avances y retrocesos
partidistas, pero nada que termine por evidenciar un cambio genuino en el
futuro. Digamos, para no sonar pesimistas, que todo sigue como seguía: el país
paralizado y la depredación con la puerta todavía abierta, cada día con menos
pudor de quienes atraviesan por allí para continuar con el saqueo.
¿Y
qué elecciones pueden funcionar cuando el arbitraje no es neutral y cuando los
mismos partidos operan sólo para repartirse tajadas de pastel y cuando los
gobiernos encaminan recursos públicos al clientelismo y cuando sólo queda un
margen testimonial a la verdadera disidencia? Es poco lo que puede hacerse
sobre la mesa de juego cuando se pelea en contra de tantas cartas marcadas.
El
Partido Verde, por ejemplo, ya no tuvo empacho en ocultar su condición
delincuente. Ni las formas cuidó al evidenciar que se trataba del brulote
diseñado desde el poder para incendiar los puertos del proceso electoral. El
mismísimo día de los comicios, cuando la veda propagandística debe ser respetada
ya no porque lo manda la ley sino por lealtad en la contienda, los rufianes del
tucán orquestaron una campaña de difusión en
Twitter. Usaron celebridades —macacos de la farándula y estrellas del deporte—
para simular una espontánea avalancha de apoyo. ¿Y las sanciones? Si no hubo
antes, no habrá luego, así que esa gavilla de bandoleros verdes alcanzará con fondos
públicos y mil triquiñuelas una buena cantidad de curules donde, entre otras cosas,
seguirá alcanzando más fondos públicos y más curules, todo impune.
Otra
novedad es la del Bronco “independiente”. Simulación, despilfarro, lucha entre
grupos mafiosos del mismo signo, y todo esto es vendido ahora como triunfo
“independiente”.
Mientras
esto pasa, los intereses de México siguen al margen. Lo que vimos otra vez fue
la ya muy previsible rueda del infortunio, no de la fortuna. Eso nunca.