Me voy aparentemente por las ramas: sir Tim Hunt había sido distinguido en 1991 como miembro de la Royal Society de Inglaterra y en 1999 fue elegido como asociado externo de la Academia Nacional de Ciencias de EU. Poco después, en 2001, ganó el premio Nobel de Medicina. Luego fue nombrado Caballero en la lista de honores del cumpleaños de la Reina Isabel II de Inglaterra del año 2006. Pues bien, nada de eso le valió para salvar la chamba. En una conferencia dictada en la Conferencia Mundial de Periodistas de Ciencia celebrada en Seúl, el sir dijo, entre otras jocosidades, que las mujeres son “un problema” en los laboratorios, pues “nos enamoramos de ellas, ellas se enamoran de nosotros, y cuando las críticas se ponen a llorar”.
Tras
la llegada de las declaraciones a Inglaterra, gracias esto a las redes
sociales, estalló el escándalo. Hunt fue acusado de sexista, se disculpó,
matizó, dijo que sólo había sido irónico, que lo descontextualizaron, pero al
final tuvo que apechugar, y renunció. Ser un sir y tener el Nobel en la
faltriquera no fueron escudos suficientes para protegerlo: quedó chamuscado
como mosca en Insectrónic.
Desciendo
ahora de las ramas y aterrizo en México: antes, durante y después de las
elecciones se vieron desaseos diversos en el INE. Uno de los más notorios, el alboroto
mediático que desató la llamada telefónica en la que Lorenzo Córdova decía pestes,
dizque con jocosidad, a ciertos indígenas con los que tuvo la mala suerte de
dialogar sobre asuntos electorales. Ya sabemos qué expelió: que hablaban mal,
que eran ignorantes, que aquella charla daba para escribir otras Crónicas marcianas (¿?). Y ya sabemos
también la conclusión: el tipo se disculpó con algunas maromas argumentativas
y, aunque no es sir ni tiene un premio Nobel, siguió en el cargo.
Poco
después, movido por los intereses electoreros de siempre, el secretario
Chuayffet dijo que los exámenes planteados por la reforma educativa se
“suspendían indefinidamente”. Más allá de que él fue sólo el operador o la cara
visible de una jugada pensada más arriba, lo cierto es que recular un día
después de las elecciones daba para, mínimo, no escuchar las razones de la
“suspensión indefinida” y renunciarlo de inmediato, cuidar las formas. Pero
también ya sabemos la conclusión: el secretario Chuayffet sigue en la SEP y no
pasa nada.
En
resumen, en otras partes un sir y premio Nobel suelta una ocurrencia sexista y
lo fulminan, y aquí dos funcionarios enlodan un proceso esencial para la vida
democrática de un país y siguen cobrando en su paraíso como si sólo hubieran
dicho “hoy es sábado”. Por enésima: viva México.