miércoles, febrero 26, 2014
Parábola del perromundo
Tengo seguimiento tuitero mutuo con Jesús Cáñez. Él es un joven egresado de comunicación, poeta agudo y experto tequilero. Hace un par de meses, luego de posponerlo otro par, nos reunimos para conocernos y conversar. Como los capitanes que intercambian banderines, yo le llevé un libro (Parábola del moribundo) y él me tenía deparada una botella de tequila que con sus manos envasó. Dos semanas después, el tequila había desaparecido (recuerdo que su fuga se dio durante el Supertazón) y al mismo tiempo, mediante tuiter, Jesús me informó que había apurado a largos tragos mi novela. Para comprobarlo, le dedicó un soneto que ahora le he pedido porque me gustó. Él me permitió titularlo, y lo hice hermanando el nombre de mi novela con una palabra instalada en uno de sus versos. Se los comparto. Gracias, Jesús, y salucita.
Parábola del perromundo
Jesús Cáñez
En torno a qué, pensó sin decidir,
Su vida fue girando día tras día,
Mas, luego en la prisión de su agonía
La risa se encargó de maldecir,
Y El tiempo carcomiendo la alegría,
Furioso y agresivo, con rudeza,
Exige que le diga con certeza
Su gracia, su pasión, su alegoría:
–Recuerdo con total naturaleza
Mujeres, mi cigarro y cien cantinas,
Mis ganas, mi deseo, las bailarinas,
igual un par de libros, ¡qué belleza!
Memorias empapadas de cerveza
Con saña en un Torreón tan vagabundo
Clamando entre la voz del perromundo
Regresan al pensar de una burbuja,
Y en una atroz sonrisa se dibuja
La gran parábola del moribundo.