Alguien armará algún día el mapa de La Laguna en la época revolucionaria. No me refiero al mapa tal cual, sino a la idea que los hombres tenían sobre nuestra región. Para hacerlo son necesarios más que nada los documentos, las palabras. Lamentablemente no es abundante, al menos no tanto como sería lo deseable, la cantidad de páginas escritas sobre el entorno que ahora ocupamos. No fueron muchos los hombres de pluma que anduvieron por acá, así que la pintura verbal de esta tierra casi carece de cronistas. Por eso hablo de una reconstrucción, de un rompecabezas. Una página aquí, otra allá (Reyes, Reed, Jamieson, Othón…), todo junto puede ayudar a saber qué aire se respiraba en estas tierras cuando Torreón nacía como ciudad. Entre esas páginas idóneas para conocer el rostro espiritual de nuestra ciudad durante la revolución está el texto de Novo que comenta Saúl Rosales en el artículo “Pancho Villa sedujo a Salvador Novo”. Saúl me ha permitido compartir sus palabras, así que aquí están:
El gran héroe de la Revolución Mexicana Francisco Villa sedujo a muchos escritores de todos los rumbos del mundo —lo sigue haciendo— y entre ellos a Salvador Novo, quien vivió entre los 6 y 12 años de edad en Torreón, Coahuila, escenario de las batallas más importantes que protagonizó el revolucionario popularmente llamado Pancho Villa.
Parece que fue muy honda la huella que dejó en Novo el revolucionario también nombrado con el epíteto de Centauro del Norte. Se puede creer así si recordamos un breve texto que el escritor incluyó en su libro Ensayos, publicado en 1925. Las pocas páginas terminan con un tono elegiaco en honor del guerrillero y revolucionario.
Desde hace muchos años mi fervor villista me hace dar a conocer a los alumnos el texto de Novo y ellos lo digieren gustosos porque a la novedad de ver referidos hechos y lugares familiares, añaden la degustación de la prosa que es ligera y juguetona, luminosa y moteada de anacronismos, antes de llegar al grave tono de la elegía.
El “ensayo” que tiene el título de “¡Ya viene Pancho Pistolas!” lleva como epígrafe los ingenuos versos que, advierte Novo, son de un corrido norteño: Pancho Villa se rindió / en la ciudad de Torreón / ya se cansó de pelear / se va a sembrar algodón; bajo el epígrafe, la pluma de Novo recorre el Torreón prerrevolucionario, el que conoció en su infancia, mismo que miró sacudido por las batallas urbanas.
Salvador Novo, quien vivió en Torreón entre 1910 y 1916, habría contemplado las polvaredas alzadas por los embates de las caballerías revolucionarias o federales, sentido que sus tímpanos le estallaban con las detonaciones, se habría estremecido por los tableteos de ametralladora o por disparos aislados en el silencio de la noche. Le tocó vivir en Torreón las batallas famosas por cruentas y por importantes para la Revolución.
Además, si creemos lo que relata en su ensayo, Novo conoció a Villa. En la parte elegiaca le dice al héroe popular: “Yo tuve, como dice la educación, el honor de conocerte. Supe que te casaste, por el civil y por la Iglesia, con todas las muchachas que te gustaban. Que, como lo manda la Salve, a los ricos los dejaste sin cosa alguna.”
Para concluir, el notable escritor de la literatura mexicana exhorta: “Que los hombres de la Laguna aprendan tu lección de valor y que en las calles de tu amado Torreón, donde fundaste, sin saberlo, un mercado socialista, los ciegos homéricos, tocando la vihuela que te placía, canten en tu memoria el corrido definitivo, norteño, sano y rebelde en que aparezcas con tus cananas entrando en Estados Unidos para comentario de escándalo, o en la toma de Zacatecas […]”
La curiosidad por Francisco Villa en este año del centenario del comienzo de la Revolución Mexicana se puede satisfacer en la biografía escrita por Friedrich Katz; igualmente en la que publicó Paco Ignacio Taibo II; también en las Memorias de Pancho Villa, de Martín Luis Guzmán o en la biografía redactada por Pere Foix.
El gran héroe de la Revolución Mexicana Francisco Villa sedujo a muchos escritores de todos los rumbos del mundo —lo sigue haciendo— y entre ellos a Salvador Novo, quien vivió entre los 6 y 12 años de edad en Torreón, Coahuila, escenario de las batallas más importantes que protagonizó el revolucionario popularmente llamado Pancho Villa.
Parece que fue muy honda la huella que dejó en Novo el revolucionario también nombrado con el epíteto de Centauro del Norte. Se puede creer así si recordamos un breve texto que el escritor incluyó en su libro Ensayos, publicado en 1925. Las pocas páginas terminan con un tono elegiaco en honor del guerrillero y revolucionario.
Desde hace muchos años mi fervor villista me hace dar a conocer a los alumnos el texto de Novo y ellos lo digieren gustosos porque a la novedad de ver referidos hechos y lugares familiares, añaden la degustación de la prosa que es ligera y juguetona, luminosa y moteada de anacronismos, antes de llegar al grave tono de la elegía.
El “ensayo” que tiene el título de “¡Ya viene Pancho Pistolas!” lleva como epígrafe los ingenuos versos que, advierte Novo, son de un corrido norteño: Pancho Villa se rindió / en la ciudad de Torreón / ya se cansó de pelear / se va a sembrar algodón; bajo el epígrafe, la pluma de Novo recorre el Torreón prerrevolucionario, el que conoció en su infancia, mismo que miró sacudido por las batallas urbanas.
Salvador Novo, quien vivió en Torreón entre 1910 y 1916, habría contemplado las polvaredas alzadas por los embates de las caballerías revolucionarias o federales, sentido que sus tímpanos le estallaban con las detonaciones, se habría estremecido por los tableteos de ametralladora o por disparos aislados en el silencio de la noche. Le tocó vivir en Torreón las batallas famosas por cruentas y por importantes para la Revolución.
Además, si creemos lo que relata en su ensayo, Novo conoció a Villa. En la parte elegiaca le dice al héroe popular: “Yo tuve, como dice la educación, el honor de conocerte. Supe que te casaste, por el civil y por la Iglesia, con todas las muchachas que te gustaban. Que, como lo manda la Salve, a los ricos los dejaste sin cosa alguna.”
Para concluir, el notable escritor de la literatura mexicana exhorta: “Que los hombres de la Laguna aprendan tu lección de valor y que en las calles de tu amado Torreón, donde fundaste, sin saberlo, un mercado socialista, los ciegos homéricos, tocando la vihuela que te placía, canten en tu memoria el corrido definitivo, norteño, sano y rebelde en que aparezcas con tus cananas entrando en Estados Unidos para comentario de escándalo, o en la toma de Zacatecas […]”
La curiosidad por Francisco Villa en este año del centenario del comienzo de la Revolución Mexicana se puede satisfacer en la biografía escrita por Friedrich Katz; igualmente en la que publicó Paco Ignacio Taibo II; también en las Memorias de Pancho Villa, de Martín Luis Guzmán o en la biografía redactada por Pere Foix.