Espacio 4, periódico catorcenal editado en Saltillo y con presencia en varias ciudades de Coahuila, cumple hoy quince años de circulación. Mando desde ya una cálida felicitación a quienes han hecho posible su presencia, principalmente a Gerardo Hernández, director de la publicación y autor de la columna “Capitolio” que aparece en los diarios La Opinión Milenio (para toda la comarca lagunera) y Zócalo (para Saltillo, Piedras Negras, Acuña y Monclova). Lo, los felicito porque cualquiera sabe que no es fácil aguantar mucho tiempo en estos trotes sobre todo para las publicaciones nacidas en una época en la que el mercado fue invadido de periodismo impreso de los más variopintos pelajes, incluido el de internet.
Debo enfatizar mi felicitación a Gerardo y acompañarlo de un agradecimiento por haberme invitado a colaborar en las páginas de Espacio 4. Creo que tengo cerca de diez años, un poco menos quizá, de haber publicado mi primer texto en sus páginas, por ello puedo apuntar que soy uno de sus más antiguos firmantes. Aunque doy la impresión de estar lejos, percibo mi participación como algo cercano y siento que integro un equipo, que sumo algunas modestas ideas a un espacio que se ofrece plural, abierto, fresco, misceláneo. La política regional es el tema que destaca, pero es evidente que Gerardo y sus próximos han sabido añadir con persistencia otros rubros de interés general. Uno de ellos es el de la cultura, siempre muy bien atendido en sus páginas finales. Otro, el de lo que en el grupo Milenio han denominado “Tendencias”, es decir, información y comentarios sobre asuntos de actualidad con un enfoque tenuemente relajado.
Con 391 números hasta hoy, los artífices de Espacio 4 han asentado otra opción periodística confiable para nuestra entidad. El logro no es pequeño si consideramos que no se trata de una publicación sesgada hacia un solo punto de la geografía política. Como ya dije y es visible al abrir las páginas de cualquier ejemplar, conviven, convivimos muchos colaboradores no necesariamente emparentados en lo ideológico. Puedo decir, por ejemplo, que entre Gerardo y yo hay notables diferencias en la simpatía o antipatía por tal o cual partido, por tal o cual personaje, por tal o cual forma de pensamiento. Lo mismo digo de otros colaboradores: puedo pensar distinto, muy distinto que ellos, de ahí que el hecho de cohabitar sin fricciones y hasta con gusto en un mismo espacio sea uno de los principales logros del fundador y director de la publicación hoy quinceañera.
Un detalle también digno de marcador fosforescente es el poliédrico armazón genérico de Espacio 4. Tal vez me equivoco, pero en la mayoría de sus números ha sabido combinar el reportaje con la crónica, la columna con el artículo, el cuento con el poema, el cartón con la fotografía. No es, por tanto, un hacinamiento de opiniones, sino un tapete donde conviven, cada uno con sus registros, todos los géneros periodísticos y algunos literarios, lo cual no es poco decir en un contexto en el que la mayoría de las publicaciones se casa monótonamente con uno o dos tipos de escritura.
Otro rasgo importante de Espacio 4, entre sus variados logros, es el de sus encartes monográficos. En numerosas quincenas sus lectores hemos recibido por el mismo precio (muy bajo, además) una especie de “pilón” o añadido, eso que en la jerga periodística es habitualmente llamado “encarte”, con algún asunto de actualidad desarrollado desde distintas perspectivas. Recuerdo haber colaborado al menos en tres, aunque me han invitado a más: uno sobre el Santos Laguna, otro sobre un mundial de futbol y el último sobre la realidad de los medios de comunicación.
Sería impertinente mencionar a los muchos colaboradores que han acompañado al lagunero Gerardo Hernández en el camino de tres lustros que hasta hoy ha recorrido Espacio 4, pues con seguridad perpetraría omisiones imperdonables. No lo hago, pues, y reitero mi felicitación a la plenaria. Sólo hago una salvedad y sí menciono a cinco personas que sin duda han sido, junto a Gerardo, baluartes de esta publicación: su esposa, María Auxilio López Romo, y sus hijos Ana Cristina, Gerardo y Ernesto; junto a ellos, no olvido el trabajo invaluable de Jesús R. Cedillo, escritor y periodista con notables pergaminos, un pilar de Espacio 4.
Felicidades, pues. Y que vengan otros quince.
Debo enfatizar mi felicitación a Gerardo y acompañarlo de un agradecimiento por haberme invitado a colaborar en las páginas de Espacio 4. Creo que tengo cerca de diez años, un poco menos quizá, de haber publicado mi primer texto en sus páginas, por ello puedo apuntar que soy uno de sus más antiguos firmantes. Aunque doy la impresión de estar lejos, percibo mi participación como algo cercano y siento que integro un equipo, que sumo algunas modestas ideas a un espacio que se ofrece plural, abierto, fresco, misceláneo. La política regional es el tema que destaca, pero es evidente que Gerardo y sus próximos han sabido añadir con persistencia otros rubros de interés general. Uno de ellos es el de la cultura, siempre muy bien atendido en sus páginas finales. Otro, el de lo que en el grupo Milenio han denominado “Tendencias”, es decir, información y comentarios sobre asuntos de actualidad con un enfoque tenuemente relajado.
Con 391 números hasta hoy, los artífices de Espacio 4 han asentado otra opción periodística confiable para nuestra entidad. El logro no es pequeño si consideramos que no se trata de una publicación sesgada hacia un solo punto de la geografía política. Como ya dije y es visible al abrir las páginas de cualquier ejemplar, conviven, convivimos muchos colaboradores no necesariamente emparentados en lo ideológico. Puedo decir, por ejemplo, que entre Gerardo y yo hay notables diferencias en la simpatía o antipatía por tal o cual partido, por tal o cual personaje, por tal o cual forma de pensamiento. Lo mismo digo de otros colaboradores: puedo pensar distinto, muy distinto que ellos, de ahí que el hecho de cohabitar sin fricciones y hasta con gusto en un mismo espacio sea uno de los principales logros del fundador y director de la publicación hoy quinceañera.
Un detalle también digno de marcador fosforescente es el poliédrico armazón genérico de Espacio 4. Tal vez me equivoco, pero en la mayoría de sus números ha sabido combinar el reportaje con la crónica, la columna con el artículo, el cuento con el poema, el cartón con la fotografía. No es, por tanto, un hacinamiento de opiniones, sino un tapete donde conviven, cada uno con sus registros, todos los géneros periodísticos y algunos literarios, lo cual no es poco decir en un contexto en el que la mayoría de las publicaciones se casa monótonamente con uno o dos tipos de escritura.
Otro rasgo importante de Espacio 4, entre sus variados logros, es el de sus encartes monográficos. En numerosas quincenas sus lectores hemos recibido por el mismo precio (muy bajo, además) una especie de “pilón” o añadido, eso que en la jerga periodística es habitualmente llamado “encarte”, con algún asunto de actualidad desarrollado desde distintas perspectivas. Recuerdo haber colaborado al menos en tres, aunque me han invitado a más: uno sobre el Santos Laguna, otro sobre un mundial de futbol y el último sobre la realidad de los medios de comunicación.
Sería impertinente mencionar a los muchos colaboradores que han acompañado al lagunero Gerardo Hernández en el camino de tres lustros que hasta hoy ha recorrido Espacio 4, pues con seguridad perpetraría omisiones imperdonables. No lo hago, pues, y reitero mi felicitación a la plenaria. Sólo hago una salvedad y sí menciono a cinco personas que sin duda han sido, junto a Gerardo, baluartes de esta publicación: su esposa, María Auxilio López Romo, y sus hijos Ana Cristina, Gerardo y Ernesto; junto a ellos, no olvido el trabajo invaluable de Jesús R. Cedillo, escritor y periodista con notables pergaminos, un pilar de Espacio 4.
Felicidades, pues. Y que vengan otros quince.