domingo, octubre 11, 2009

Penuria del verdor



Como todos, yo tengo mis parques. Lagunero al fin, alguna vez, de niño, fui asiduo a un espacio verde que permitía el juego, la diversión al aire libre. De pequeño uno percibe diferente, así que en la memoria tengo un recuerdo grato, por ejemplo, del parque Morelos, de Gómez. Recuerdo sus patos, unos pobres animales que seguramente la pasaban mal, pero allí debían estar, sin remedio. Luego, con el cambio de casa a Torreón, la llamada plaza Margaritas fue un nicho cercano. Era, es, ideal para caminar, pues esa zona no parece muy contaminada ni rebosa de gente.
Hay, por supuesto, otros paseos de ese tipo que frecuenté luego. Con el tiempo, tal vez porque uno va mirando con otros ojos, todos los parques de La Laguna me fueron pareciendo uniformemente feos, descuidados. El bosque, por ejemplo. Lo sé necesario, indispensable, y claro que lo quiero, pero nunca me ha parecido bello. Eso se debe a la pobreza de su verdor, a la pobre inversión que denota, a su atmósfera terregosa y no pocas veces a la irresponsabilidad de los ciudadanos que tiran los vasitos de elote, las bolsas para agua fresca, las servilletas enchiladas y todo un mugroso etcétera donde se les antoja, no en los botes. Y eso que es “el principal pulmón de la ciudad”.
Desde hace casi diez años, mi espacio verde más cercano es la plaza del Eco. Ya he dicho alguna vez que, en general, luce sucia. Mientras los ciudadanos no cooperen, es verdad, no habrá ejército de barrenderos que la limpien. Pese a ello, por rachas de mínima disciplina deportiva salgo a caminar y, cuando eso ocurre, lo hago en ese sitio. Ni modo.
Comento mi experiencia con el verdor público por un texto que me envió Iván Hernández. Me parece, porque lo es, excelente. No podría ser para menos: Iván es, pese a sus pocos años, un notable poeta. Con Iván confirmo que el talento literario de La Laguna es pródigo y contrasta con las pocas oportunidades que tiene para desarrollarse. Sé que su obra inédita, armada hasta ahora en dos poemarios (La danza nocturna y Bautismos cotidianos, entre lo que le he leído), tarde o temprano será publicada y entonces sí muchos lectores más sabremos que la poesía de Iván es lo que es: muy buena.
Lo es tanto como sus artículos. La prueba, el que traigo aquí con su autorización. Lo tituló “Fundadores desaparecidos”, y es éste: “El tres de octubre de 2008, un árbol fue tragado por la tierra. Personal y paseantes fueron desalojados para evitar pérdidas humanas. Desde entonces el parque Fundadores ha permanecido cerrado a los vecinos que, desde el perímetro del sitio de recreo, anhelan la rutina de caminar, jugar o noviar a la sombra de este pulmón de Torreón. La conmemoración ha pasado desapercibida, después de todo, la opinión pública está ocupada en temas como elecciones, crisis económica, inseguridad y el decisivo partido de la selección mexicana contra el Salvador.
Dos boquetes, dos abras provocadas por la avenida del río Nazas le recordaron a las autoridades y a la sociedad que el cuerpo de agua busca, por vías subterráneas y superficiales, sus antiguos cauces y terrenos. A partir de esa fecha mucho se habló de la necesidad de analizar los hundimientos, cosa que harían el servicio geológico mexicano o el instituto mexicano de tecnologías del agua, para evaluar las condiciones del subsuelo. Se dijo que Conagua, municipio y estado se coordinarían para realizar los estudios, pero las autoridades no han cumplido y las cosas siguen sin cambios, sin solución. Esto no es privativo de las abras del Fundadores, en las colonias Plan de Ayala, Maclovio Herrera, Nueva Rosita y Vista Hermosa también aparecieron hundimientos, la mayoría de esos pozos fueron rellenados a pesar de que no se contaba con la investigación ni las recomendaciones expertas que tanto se cacarearon.
Al principio se dijo que el Fundadores permanecería cerrado al menos tres meses, esa cantidad ya se multiplicó por cuatro y nos dio la oportunidad de poner la primera velita en el pastel. Para los que gustan de llenar el calendario con efemérides, ahí tienen un aniversario más a tomar en cuenta.
También hay que mencionar que el destino hace muy bien las cosas, basta con referir que el honor de convertirse en el primer presidente del Fundadores, le correspondió al hoy alcalde saliente, José Ángel Pérez, quien tomó posesión del principal encargo municipal precisamente en las instalaciones del parque. Ubicado en el lugar donde se encontraba otro parque de diversiones llamado la zona de tolerancia, que por ahorro de saliva era conocido simplemente como ‘La Zona’, el Fundadores se convirtió en parte de la vida de quienes gustan de salir a caminar o se dan su tiempo para la convivencia familiar en sus juegos, bancas y jardines. La cancha de basquetbol techada rápidamente se hizo de una clientela fiel al igual que la de babyfut. En el 2007, como parte de un taller de fotografía que impartí a niños del Cerro de la Cruz, uno de los sitios que visitamos fue ese parque y quede maravillado con lo familiarizados que estaban con sus atracciones: la cascada, el puente de madera, los sauces llorones, el auditorio eran paradas obligatorias para la foto.
Hoy sólo se observa a la gente sentada en las afueras de este lugar, cerrado, desaparecido, secuestrado por la presencia de los hundimientos, que, como ladrones, han despojado de una parte de su rutina a los asiduos clientes del parque. Es sorprendente la capacidad de algunos lugares para generar pesadumbre. La nostalgia avejentada de algunos todavía escucha la música y el desenfreno en aquel espacio de sórdido recreo que era La Zona; por otro lado, la nostalgia juvenil de otros rememora aquellos domingos de cascaritas en el Fundadores; aquel túnel del amor que era uno de sus pasillos.
Las banderas situadas en su acceso principal, que daban la bienvenida a los paseantes, hoy son las insignias de una huelga forzada, que no tiene para cuando resolverse”.