viernes, octubre 02, 2009

Imborrable Martí



Hay escritores a los que siempre debemos regresar. Yo, que me sé disperso y fácilmente seducible por páginas que a veces son pura bagatela, vuelvo cada que puedo a los libros que me ayudaron cuando, de joven, empecé a creer en algo que no fuera superstición, sino evidencia de lo imperfecta que es la vida. José Martí fue entonces, en aquellos años de mi primera formación, una brújula para el confundido rumbo de un espíritu en trance de madurar. Por aquellos tiempos leí “Mi raza”, un artículo del cubano que es, junto con “Nuestra América”, mi favorito de su cuño.
Lo es, como todo en Martí, por la belleza de la forma y, más, por la verdad de acero inoxidable que nos procura. Son dos o tres paginitas que me regresan a la mente cada vez que vuelvo a ver el trato que en México damos a los indígenas. La conclusión que obtengo es la misma: si nuestro país anduviera bien, si los gobiernos que se han sucedido uno tras otro, mendaces todos, hubieran hecho algo bueno, los indígenas no estarían como están: ellos son la prueba contumaz de que hemos vivido en un mundo de apariencias, en un mar de promesas que sólo han cuajado en más y más miseria.
Martí expone en “Mi raza” su idea más sencilla sobre la igualdad: nadie tiene derecho a pensarse diferente, nadie tiene derecho a pintar rayas divisorias, jerarquías, rangos determinados por el color de la piel. Dejo aquí un fragmento: “Esa de racista está siendo una palabra confusa y hay que ponerla en claro. E1 hombre no tiene ningún derecho especial porque pertenezca a una raza o a otra: dígase hombre, y ya se dicen todos los derechos. El negro, por negro, no es inferior ni superior a ningún otro hombre; peca por redundante el blanco que dice: ‘Mi raza’; peca por redundante el negro que dice: ‘Mi raza’. Todo lo que divide a los hombres, todo lo que especifica, aparta o acorrala es un pecado contra la humanidad. ¿A qué blanco sensato le ocurre envanecerse de ser blanco, y qué piensan los negros del blanco que se envanece de serlo y cree que tiene derechos especiales por serlo? ¿Qué han de pensar los blancos del negro que se envanece de su color? Insistir en las divisiones de raza, en las diferencias de raza, de un pueblo naturalmente dividido, es dificultar la ventura pública y la individual, que están en el mayor acercamiento de los factores que han de vivir en común. Si se dice que en el negro no hay culpa aborigen ni virus que lo inhabilite para desenvolver toda su alma de hombre, se dice la verdad, y ha de decirse y demostrarse, porque la injusticia de este mundo es mucha, y es mucha la ignorancia que pasa por sabiduría, y aún hay quien crea de buena fe al negro incapaz de la inteligencia y corazón del blanco; y si a esa defensa de la naturaleza se la llama racismo, no importa que se la llame así, porque no es más que decoro natural y voz que clama del pecho del hombre por la paz y la vida del país. Si se aleja de la condición de esclavitud, no acusa inferioridad la raza esclava, puesto que los galos blancos, de ojos azules y cabellos de oro, se vendieron como siervos, con la argolla al cuello, en los mercados de Roma; eso es racismo bueno, porque es pura justicia y ayuda a quitar prejuicios al blanco ignorante. Pero ahí acaba el racismo justo, que es el derecho del negro a mantener y a probar que su color no le priva de ninguna de las capacidades y derechos de la especie humana.
E1 racista blanco, que le cree a su raza derechos superiores, ¿qué derechos tiene para quejarse del racista negro que también le vea especialidad a su raza? El racista negro, que ve en la raza un carácter especial, ¿qué derecho tiene para quejarse del racista blanco? El hombre blanco que, por razón de su raza, se cree superior al hombre negro, admite la idea de la raza y autoriza y provoca al racista negro. El hombre negro que proclama su raza, cuando lo que acaso proclama únicamente en esta forma errónea es la identidad espiritual de todas las razas, autoriza y provoca al racista blanco. La paz pide los derechos comunes de la naturaleza; los derechos diferenciales, contrarios a la naturaleza, son enemigos de la paz. El blanco que se aísla, aísla al negro. El negro que se aísla, provoca a aislarse al blanco...”.