sábado, enero 26, 2008

Amores de Óscar



Alguna vez celebré que en México tuviéramos un escritor como Óscar de la Borbolla, tipo de los que no hacen ruido, de los que no se han dejado manosear por el exitismo y mantienen una obra consistente, abierta a la exploración, llena de aciertos. Comenté en aquella ocasión la maravilla que es, como experimento literario perfectamente logrado, Las vocales malditas, libro cuya factura le granjea por sí solo un lugar importante en las letras de nuestra lengua. Pero De la Borbolla tiene más pólvora en el cañón, y da para muchos disparos. Al buscar en mi biblioteca un título que, como siempre, nunca hallo, me he topado otra vez con Asalto al infierno (Nueva Imagen, México, 1999), genial producto de la imaginación delaborbolleana. Veamos por qué, a ver si logro convencer a los escapadizos lectores para que lo busquen y lo devoren.
Se trata de un libro de “reportajes”, y entrecomillo porque no lo son, sino bellas mentiras cubiertas con el disfraz de la verdad y alguna vez publicadas en la revista Siempre! Todos esos delirantes reportajes, por bien escritos, por ingeniosos, merecen ser leídos, pero me detengo en uno titulado “Amor en cuatro capítulos”. Allí su autor hace una introducción que reflexiona sobre esos momentos en los que se seca la imaginación del escritor, y recuerda su ingenua creencia de que tal sequía no era sufrida por los periodistas, dado que la realidad siempre da tema. Pues bien, De la Borbolla plantea que también el periodismo cae en baches y parece que no hay nada importante qué publicar. Él se encuentra (finge encontrarse, claro) en uno de esos hoyos negros, y es entonces cuando hace una convocatoria a las lectoras para encontrar pareja y describir los pormenores de un amor platónico. No transcribo el final, para no anular el interés de mis lectores, que espero lo sean pronto de De la Borbolla. Sólo traigo un fragmento de la “convocatoria”, para que notemos la zumbona osadía que a veces tiene el periodismo mexicano:
“Convocatoria. Con el propósito exclusivo de escribir una crónica amorosa en cuatro episodios, el periodista Óscar de la Borbolla solicita una mujer que reúna las siguientes características: ser mexicana de nacimiento y por convencimiento, gozar de magnífica presentación, tener entre 25 y 35 años de edad y demostrar una inteligencia superior al promedio.
Bases. Se establece como premio único e indivisible la fama e inmortalidad que derive de protagonizar la siguiente serie de reportajes.
Se tratará de una relación de amor estrictamente platónico, ajena por completo a cualquier tipo de contacto físico, pues la intención es describir los recovecos de una experiencia espiritual rara en nuestro tiempo.
Las concursantes deberán comunicarse a la revista Siempre!, a fin de concertar una cita con el organizador antes del 20 de febrero del año en curso.
Será indispensable presentar acta de nacimiento sin raspaduras ni enmendaduras el día de la entrevista, así como un curriculum vitae avalado por constancias.
Este certamen por ningún motivo podrá ser declarado desierto y tampoco se ampliará el número de episodios: serán cuatro, incluido éste.
El fallo del jurado será inapelable…”.
No me pregunten qué pasó en realidad tras la publicación de ese texto. Ignoro si alguna nenorra mordió el anzuelo, pero eso no importa. El caso es refrescar de vez en vez el muchas veces oxidado mundo de la escritura. Por ese mérito, De la Borbolla merece una conejita de Playboy. Lástima que Hugh Hefner no las role.